(Dos preguntas para una conversación con Antonio)
FUNDIDO EN NEGRO
Ramajes –espesura– árboles sin raíces
inventados contra toda luz.
Crecen desbordantes,
como una trampa musical de entonces:
No te veo.
Y sólo el cantaor soñado me da consuelo.
Aldeanita, donde tú de flores vestida junto al pozo
un lenguaje sur de olas que mecieron y el palparse
de un niño la entrepierna; que donde buscó su sexo
primero tú una flor de aroma le habías puesto…
Hoy se ha secado el río en la cuenca de los ojos.
Quizás sea un tacto o la quietud. Oscuridad.
En el nombre de los laberintos, de la amnesia
y del tiempo perdido…
Yo te veo.
— — —
IRRACIONAL
Animal por dentro. Trepador en la farmacia íntima
Informe para salvajes:
pezuñas, pañuelos, espinas, excrementos, zapatos solos,
mandíbula limpia, dormitorios al raso, pelaje,
tripas de radio, vendas, muñecas tuertas, cartones, cartones…
Notas escritas en la partitura química. Posología.
Circulaciones, un sonar en avalancha
y recogido.
Respiración entrecortada.
Una música de rebaños: mano abierta en el campo
que se cierra en puño a la señal del gurú.
Hacia la ciudad cabeza, entre la herrumbe de las
periferias y sus cinturones pardos.
Cuerpos sensibles, cercanías, desnudez, reacción,
siglo XIX, barbitúricos.
Cámara al hombro:
Multitudes animal fórmula mente.
Paisaje, silueta del drogado.
VICTOR M. DÍEZ
(Publicado en la revista Zurgai, Bilbao, diciembre 2001. Número dedicado a Antonio Gamoneda)