Platicamos con el poeta español, recientemente reconocido con el Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía en Lengua Española, sobre los temas que atraviesan su obra así como su postura al respecto de ciertas cuestionas de la poesía actual
Por: JULIO CÉSAR FÉLIX
El acta del jurado el Premio Internacional de Poesía en Lengua Española “Manuel Acuña” 2020, dictó lo siguiente:
Autor de “una obra fundamental en el orbe de la poesía hispanoamericana, cuya vigencia, a través del tiempo y las generaciones, ha trascendido mediante un diálogo permanente con el quehacer poético contemporáneo”.
Por esta y otras razones es que se intensificó mi deseo de comunicarme con el poeta del “Blues castellano” y hacerle un par de preguntas en torno a la poesía, a la escritura, a las palabras, y así crear diálogo con su poesía y poética, para que lo conozca y reconozca el público lector mexicano y latinoamericano.
Tuvimos una especie de correspondencia escrita a través de correos electrónicos hasta que le mandé una primera tanda de preguntas. Esperé las respuestas para continuar conversando de otras ideas que se desprendieran de las primeras. Y así, mostramos hoy el resultado de ese diálogo breve pero hondo.
Releo el poema “Viene el olvido” y empiezo a preguntarle a don Antonio Gamoneda sobre lo que me evoca este y otros de sus singulares textos dibujados como una claridad en sombra, diría el autor de El arco y la lira. Lo transcribo para sus lectores mexicanos y para quienes quieran conocer más de su obra poética.
¿Qué es el olvido?
La desaparición del recuerdo. La muerte es la perfección del olvido.
Por su fecha de nacimiento se le ha relacionado con la generación de los 50, del medio siglo, o de los niños de la guerra. Sin embargo, sabemos que su obra poética a lo largo del tiempo ha recorrido distintas estéticas personales… ¿Qué nos puede contar acerca de esta generación literaria? ¿Dónde están los protagonistas, las obras de esta época o movimiento literario?
Hay ciertamente poetas cuya edad explica que se les diga ‘niños de la guerra’. De éstos, considero particularmente importantes a Claudio Rodríguez y José Ángel Valente (por este orden). Lo que no hubo nunca es una generación. Ésta fue un invento de parte de estos coetáneos (encabezados por Gil de Biedma, si bien éste tuvo un ataque de sinceridad y confesó a Jesús Fernández Palacios, en entrevista publicada, que tal generación ‘había sido un recurso de marketing’). Pero la responsabilidad de la torpeza está en los profesores y críticos que por pereza mental lo aceptaron y lo manejaron.
¿A qué autores de la literatura mexicana conoce, y de cuales podría comentarnos algo al respecto de su obra?
Bien o menos bien conozco a muchos. Rulfo es el creador más impresionante. Me interesa Octavio Paz, pero quizá más como pensador y crítico que como poeta. Hay otros, quizá numerosos, con obra interesante. Pero yo quiero recordar a un español que escribió toda su obra en México: el fraile –franciscano, me parece– Bernardino de Sahagún, el primer antropólogo del mundo en sus días.
¿Qué autores lee en la actualidad?
El español (en castellano y en gallego) Álvaro Cunqueiro, y traducido el turco Nazim Hikmet.
¿Qué es el misterio?
Otro invento de los poetas y de los profesores insolventes para dar un aura “sobrenatural” a lo que simplemente está mal explicado o es ciertamente incognoscible. La poesía es asunto serio y no le convienen estas tonterías.
¿Usted cree que es importante para el ser humano leer poesía? ¿Por qué? ¿Para qué?
Sí, es importante. Para proporcionarse placer y conocimiento. Y más ampliamente, para afinar la sensibilidad y estimular la conciencia, que son etapas previas de la mejoría de la conducta, incluida la conducta social.
¿Cuáles son las palabras que más resuenan en su oído, sea por su fonética, su significado, su escritura, todas ellas juntas?
Me sería fácil contestar poco y mal a estas preguntas. Para contestar con suficiencia no creo que alcance la vida que me queda. Discúlpeme.
¿Por qué es importante, pese a estos tiempos confusos, seguir escribiendo poesía?
Es importante escribir, escuchar y leer auténtica poesía, porque la poesía, a través de sus peculiaridades formales y sensibles, es una forma de pensamiento, y lo normal es que sea un pensamiento con una seria consistencia moral, hecho a partir de una conciencia noble. Cuanto más se pueda disminuir el pensamiento innoble que, en términos generales, producen el capitalismo económico, la política de cualquier signo y hasta la configuración tecnificada de la vida, los seres humanos serán más felices.
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No hay salud, no hay descanso. El animal oscuro viene en medio de los vientos y hay extracción de hombres bajo los números de la desgracia. No hay salud, no hay descanso. Crece un negro bramido y tú interpones los estambres más tristes (bajo un sol incesante, en un cuenco de llanto, en la raíz morada del augurio) y las madres insomnes, las que habitan las celdas del relámpago, deslizan sus miradas en un bosque de lápidas. ¿Gimen aún los pájaros? Todo está ensangrentado. Sordo en el fondo de la música, ¿debo insistir aún? Hay vigilancia en los jardines interpuestos entre mi espíritu y la precisión de los espías. Hay vigilancia en las iglesias. Guárdate de la calcinación y del incesto; guárdate, digo, de ti misma, España.
Antonio Gamoneda (Canción de los espías)