Con el escultor AMANCIO GONZÁLEZ ANDRÉS

[Existían tus manos…] / Antonio Gamoneda & Amancio González Andrés

Manos. Detalle de una escultura en madera de Amancio González Andrés.

Existían tus manos

Un día el mundo se quedó en silencio;
los árboles, arriba, eran hondos y majestuosos
y nosotros sentíamos bajo nuestra piel
el movimiento de la tierra.

Tus manos fueron suaves en las mías
y yo sentí la gravedad y la luz
y que vivías en mi corazón.

Todo era verdad bajo los árboles,
todo era verdad. Yo comprendía
todas las cosas como se comprende
un fruto con la boca, una luz con los ojos.

ANTONIO GAMONEDA
[Tomado de Exentos I (1959-1960 y 2003), incluido en Antología poética (Alianza Editorial, Madrid, 2007)].

Posando para el escultor AMANCIO GONZÁLEZ ANDRÉS, en dos fotos de AMANDO CASADO

Antonio Gamoneda posando para el escultor Amancio González Andrés. © Fotografías de AMANDO CASADO

Antonio Gamoneda contempla el busto realizado por el escultor Amancio González Andrés. © Fotografía de AMANDO CASADO.

Antonio Gamoneda posando para el escultor Amancio González Andrés. © Fotografías de AMANDO CASADO

Antonio Gamoneda posando para el escultor Amancio González Andrés. © Fotografías de AMANDO CASADO

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Dos versiones del poema ‘Hablo con Amancio’

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Reproducimos las dos versiones que hemos encontrado de un poema de Antonio Gamoneda dedicado al escultor leonés Amancio González Andrés, aprovechando que el artista muestra sus últimas obras en metal del 1 al 30 de abril de 2016 en la galería leonesa Ármaga.
La primera versión de este poema apareció publicada en el catálogo de la exposición ‘Entre Arte II’ (Palacio Revillagigedo, Gijón, 2007). La segunda, reescrita con posterioridad por Gamoneda, es la que figura en la página web del escultor leonés.

«HABLO CON AMANCIO»
[1ª versión]

De las moreras abrasadas por la luz, las visitadas por serpientes ciegas;
de los grandes perales en cuyos frutos se alimentan pájaros invisibles;
de los pinares inmóviles y de los fresnos temblorosos

surge la musculatura encendida en las cifras inversas que se desprenden de la serenidad y del dolor;
surge el bañista indeciso sobre el hermano amortajado en su propia luz;
surge el monstruo arrodillado ante sí mismo, el espectador del vértigo.

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Una entrevista con Gamoneda sobre temas de actualidad (2009), por Eloísa Otero

Página de la entrevista.

Página de la entrevista.

[Entrevista publicada en EL MUNDO DE LEON el 12 de abril de 2009 y en EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN el 13 de abril de 2009]

Entrevista con ANTONIO GAMONEDA:
«LA IGLESIA ESTÁ PARTICIPANDO DE FORMA
FRAUDULENTA DE LA ECONOMÍA VIGENTE»

Por ELOÍSA OTERO

Tras el estreno de ‘Escritura y alquimia’, un documental sobre su vida y su obra, Gamoneda protagonizará esta semana un gran congreso en Madrid. Comprometido con el mundo, no elude los temas de actualidad.

—Hace 24 años que recibió el segundo Premio Castilla y León de las Letras, después de Delibes, cuando usted era un autor muy poco conocido, salvo en pequeños círculos. ¿Qué supuso entonces?

—Pues supuso… un dinero (no recuerdo ahora la tela que me dieron, ¡ja, ja!). Pero creo que no modificó nada mi estatus en relación con los lectores, porque son premios de ámbito regional, e incluso en ese ámbito tampoco les hacen mucho caso. Sí sé que por esa norma no escrita de que el premiado sea jurado al año siguiente, yo me puse muy terco, porque ahí estaba Claudio Rodríguez y ya se lo tenían que haber dado…

—¿A quién cree que no le han dado aún ese premio cuando se lo merecería más que otros?

—Es un poco difícil… El poeta José Miguel Ullán, está claro… Además, se cometió la grave torpeza de dejar morir a Ramón Carnicer sin dárselo. No lo entiendo.

—Casi la mitad de los premiados en estos 25 años son leoneses. ¿Qué significado tiene eso para usted?

—Eso dice que el número de escritores por metro cuadrado en León es mayor que en las otras provincias, y de la cantidad surge la calidad también. En León se ha creado la tradición de la escritura, hay tres focos (el grupo de Astorga, los bercianos y luego todos los demás) y muchos poetas. Pero yo, el premio Castilla y León se lo daría a alguien a quien quizá no se lo van a dar nunca, y es a Gaspar Moisés Gómez. No todos sus libros son maravillosos, pero tiene cuatro o cinco que para mí comportan más cantidad y más calidad que lo que pudo aportar Eugenio de Nora, por ejemplo. Lo que pasa es que De Nora convirtió ‘Espadaña’ en un histórico. Pero Eugenio hace 60 años que no escribe un verso, y hablo sin bromear. Su creación literaria son tres libros de versos —cuatro, con el que publicó sin su nombre— y una historia de la novela contemporánea inacabada. Muy bien, fue un catedrático muy trabajador en Suiza, pero la obra es lo que es, lo cual no le priva de la condición de ser un histórico y, en los años 40, del 45 en adelante,  uno de los tres o cuatro poetas españoles  jóvenes más importantes. Pero como escritor terminó ahí, y como estos premios parece que tienen que premiar una obra, pues una obra no la veo. A Gaspar Moisés le pasa lo contrario, ha publicado y tiene sin publicar montones de libros, algunos de gran altura. Pero él no se hace ver. No es un olvidado, sino un ignorado.

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