
En legítima defensa. Poetas en tiempos de crisis
Prólogo de Antonio Gamoneda
VV. AA.
Bartleby Editores. Madrid, España. 2014
PRÓLOGO
Por ANTONIO GAMONEDA
Que un grupo de poetas se concierte para hacer un libro motivado por una causa concreta y grave hace necesario, y este es nuestro caso, señalar la causa y declarar el carácter de la voluntad reunida.
España está dolorosamente sumergida en una que dicen «crisis económica». ¿»Crisis económica»? La verdad es otra; potencialmente, existen los mismos bienes y recursos, la misma fuerza del trabajo; en resumen, la misma economía real que en tiempos que no se consideraron «críticos». Pero la economía real ha sido falsificada, convertida a la dinámica especulativa. La falsificación es antigua y sucesiva en etapas orientadas a instaurar el capitalismo, alternativamente asistido por dictaduras y democracias (la democracia es su «máscara sonriente»), por absolutismos y liberalismos, como único poder mayor. Así ha sido y es en España. No solo en España, pero España nos concierne en cercanía, y este libro ha sido pensado en ella y para ella.
El capitalismo se ha movido con torpeza; advierte sus desequilibrios internos y teme que estos sean indicios de una quiebra histórica y global del sistema. Desde ese temor, trata de fortalecerse despojando aún más a los de siempre, a los pobres y sometidos. En su cruel economicismo financiero, el capital opina que las actuales plusvalías creadas por el trabajo no bastan y que las que llaman cargas sociales no son sostenibles. Y vuelve a decidir: la solución consiste en paro y desamparo; en desahucios, enfermedad, hambre, incultura… En sufrimiento, en muerte, incluso. La «solución» comporta «crímenes sociales».
Los poetas reunidos quieren que su libro sea entendido como un acto de acusación y de protesta ante la creación de este sufrimiento, ante la «administración» de una vida más privada que nunca de bienes subsistenciales. Pero ¿puede, ciertamente, hacer algo la poesía en este trance? Algo puede hacer, sí. Los poetas pueden dar señal de unas convicciones que desacalifican moral y socialmente al capitalismo con solo reunirse precisamente para significar su acusación, su protesta y su identificación con los despojados. No es poco, pero aún cabe añadir otras formas de acción, derivadas, precisamente, de la naturaleza de la poesía.
Dice Sartre que la poesía, al ser radicalmente subjetiva, no puede modificar circunstancias objetivas. Cierto e incierto. La poesía no puede modificar directamente la praxis financiera, pero su fuerza emocional y sensible sí puede intensificar las conciencias, propiciar la adopción de un pensamiento operativo. No se trata de denotaciones ideológicas o políticas; se trata de escribir desde el sufrimiento o ser solidarios con el sufrimiento.
Más aún: en una convergencia deducida también de su naturaleza, la palabra poética es palabra insurgente; se opone a la palabra establecida, evidentemente semantizada por la dialéctica del poder.
Las páginas que siguen son la antología que con nulo afecto dedicamos a los gestores de la «crisis».
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