«Me pidieron homenajear a un maestro y elegí: Antonio Gamoneda«.
Aquí está ‘La poesía en los huesos’, un perfil íntimo del premio Cervantes, y un homenaje al poeta, publicado por la escritora leonesa Violeta Serrano en la revista (haz un click:) Cuadernos Hispanoamericanos.
Antonio Gamoneda, el poeta del frío, bajo la lluvia. Fotografía: Asís G. Ayerbe.
Esta hermosa foto del poeta Antonio Gamoneda es obra de Asís G. Ayerbe, quien vivió un momento muy tierno cuando fue a su casa a fotografiarlo. Lo cuenta en la sección de Fotografías Extraordinarias de librujula.publico.es.
El premio “Cervantes” asturleonés cumple 90 años instalado en la lucidez y la laboriosidad, con la escritura de un tercer tomo de “recuentos de olvidos” y un poemario titulado provisionalmente “Cancionero de la indiferencia”
Antonio Gamoneda fue un niño republicano. Nació en el corazón del Oviedo burgués y tricolor, frente a la iglesia de San Juan el Real, un 30 de mayo de 1931. Después vino la orfandad paterna, la marcha a León con una madre “bordadora y asmática”. Allí fue un “niño final, nieto de la pobreza”, adolescente madrugador y proletario, camarada de los que “sabían gemir”, esposo que viajaba en trenes “de campesinos viejos y de mineros jóvenes” para visitar a Ángeles Lanza, maestra en las comarcas del carbón, y padre de Ana, Ángeles y Amelia, a las que advirtió: “no vayáis nunca solas a la carretera del norte”.
Estos son algunos datos de la biografía de un hombre que ahora cumple 90 años, el mismo que escribió “no tengo miedo ni esperanza”. En ello sigue, militante en la tarea de alumbrar las esquinas del mal, las tinieblas de la mentira, pero también los parajes de la dignidad, consciente de que “la belleza no es / un lugar donde van / a parar los cobardes”. Esa ha sido su manera de sobrevivir, también de resistir.
De mis encuentros con Miguel Delibes –no fueron muchos, pero sí amistosos y hasta memorables–, el recuerdo que guardo más vivo es el de una ocasión en la que Miguel no estaba. Me explicaré.
Eran años del último tercio del siglo pasado y exponía en una galería de León, en Maese Nicolás, concretamente, el sensible gran pintor que fue Álvaro Delgado. Repasando con él la muestra, me detuve con especial interés en un retrato de Miguel Delibes que, por así decirlo, presidía el conjunto.
Era un retrato espléndido; severo y luminoso, resuelto en buena parte con los sepias y amarillos tostados o verdecidos, muy evidentes entonces en la pintura de Álvaro. Delibes está sentado en un sillón cuya tapicería (espero que la memoria no me traicione) hace ver con generosidad estos colores.
No recuerdo mis comentarios ni las respuestas del pintor, que no son aquí imprescindibles. Sí lo es que declare el descubrimiento que hice y que el artista reveló en plenitud. Delibes tiene su mano izquierda apoyada en el lateral del sillón. ¿Apoyada? No exactamente. Avanzada sobre el lateral, retiene con firmeza, con suave firmeza… ¿Qué retiene su mano?
Yo pude adivinar una breve corporeidad insinuada pero no fui más allá. Fue Álvaro quien me lo dijo, sonriendo con un pliegue de discreta ternura: «Es la mano de Ángeles». Le apreté el brazo y no dijimos nada más. Lo que hubiéramos podido decir era inabarcable en una conversación convencional y, además, ya sabíamos qué era.
Miguel Delibes quiso retratarse asiendo, de manera que no llega a ser secreta, la mano de su compañera, desaparecida hacía años pero presente siempre en él y con él. El cuadro de Álvaro Delgado no es solo un retrato. Es también una historia y un testimonio. Un testimonio de silenciosa humanidad enamorada.
Retrato de Miguel Delibes Setién pintado por Álvaro Delgado. Fuente: Fondo documental Miguel Delibes.
Fotografía tomada de El Norte de Castilla, con este pie de foto: «El retrato de Delibes de Álvaro Delgado acompañó al féretro del novelista en la capilla ardiente en el Ayuntamiento». Foto de GABRIEL VILLAMIL
Estas expresivas fotografías de Antonio Gamoneda fueron tomadas por el poeta, fotógrafo y profesor de Filosofía Eloy Rubio Carro durante la intervención del autor astur-leonés en el homenaje a César Vallejo que tuvo lugar en Astorga el pasado 30 de noviembre de 2019.
Acuarela de Cristina Sanz Ruiz para el poema «Está la curva del nogal fingiendo…».
Está la curva del nogal fingiendo
un cuerpo amado por la luz, desnudo,
derramado hacia arriba y en silencio,
arco tendido entre el dolor y una,
musculada por rítmica agonía,
madera herida de misericordia.
ANTONIO GAMONEDA Exentos II. Pasión de la mirada (1963-1970 y 2003)
En el libro: «Antonio Gamoneda. Amé todas las pérdidas», editado por Sergio Santiago Romero, con acuarelas de Cristina Sanz Ruiz. Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Filología. Madrid, 2018.
Portada.
Retrato de Gamoneda (acuarela) por Cristina Sanz Ruiz.
Antonio Gamoneda en una fotografía de Demian Ortiz (el poeta sostiene la mitad de un retrato suyo realizado a la acuarela por Cristina Sanz Ruiz). Haz un click…
Retrato de Antonio Gamoneda, pintado por el artista Rafael Sánchez Carralero.
Texto del pintor berciano Rafael Carralero y retrato de Antonio Gamoneda
incluidos en el libro:
«Retrato y literatura. Los retratos de los Premios Cervantes de la BNE»
VV.AA. Edita: Biblioteca Nacional de España, 2014
(ISBN 10: 8492462388 / ISBN 13: 9788492462384)
Portada del libro.
Catálogo de la exposición celebrada en Biblioteca Nacional de España (noviembre 2014 a enero de 2015). Muestra los retratos, cuadros y fotografías, de los 39 escritores españoles e hisponoamericanos galardonados con el Premio Cervantes de literatura en lengua española hasta el año 2014. Se acompaña con manuscritos, originales, cartas y primeras ediciones de algunas de las obras más representativas de los autores, seleccionado todo ello de los fondos de la propia Biblioteca Nacional, así como de otras instituciones y particulares. La muestra sirve para dar a conocer al gran público la galería de retratos, que hasta ahora no se ha podido ver fuera de las zonas de la Biblioteca Nacional de España destinadas a los investigadores, y la visión que de estos escritores aporta cada uno de los artistas, a quienes se ha invitado a desvelar el proceso creativo del cuadro y el significado de las imágenes que rodean al retratado.
La Biblioteca Nacional incorpora a su galería de los premios Cervantes
este retrato de Antonio Gamoneda,
pintado por el artista berciano Rafael Sánchez Carralero:
Retrato de Antonio Gamoneda, pintado por el artista Rafael Sánchez Carralero.
«Es un tío grande. Trabajar con Antonio, tenerlo en mi estudio, ha sido emocionante; nunca voy a olvidar el tiempo que pasamos juntos pensando cómo debía plasmar esa planta de dignidad que despide. Y es que te diría que la poesía es él». Rafael Sánchez Carralero (Cacabelos, 1949) dice que es como si hubiera zanjado una deuda pendiente de admiración antigua. «Ha sido muy especial. Ha pasado por mi casa y ha dejado por todos los rincones un rastro de respeto y de cariño. Por muchas cosas, para mí este cuadro era un reto, un riesgo y una suerte».
No esconde el pintor berciano –radicado desde hace 23 años en Salamanca en cuya universidad es catedrático de Pintura– su profunda admiración por la obra del último premio Cervantes, admiración que llega también a la persona y a su forma de estar en el mundo. «Al final creo que el que más ha aprendido de esta experiencia he sido yo, porque fue un lujo compartir con Gamoneda este tiempo que ha sido como una inyección de humanidad».
Reconocido como un excepcional pasajista, el retrato de Gamoneda tiene también algo de paisaje humano intemporal: «Todo artista es en el fondo un narrador y aquí intento narrar lo que veo. He intentado encontrar la ‘constante’ de alguien que tiene una profunda vida interior. Lo importante es que él se sienta representado y creo que ha sido así».
(Noticia aparecida el 24 de octubre de 2007 en Diario de León)
Recuperamos esta estupenda foto
(publicada por el fotógrafo MAURICIO PEÑA en El Mundo el 1-1- 2008)
de Antonio Gamoneda en el interior del café Houbi,
desde donde mira a través del cristal
a la calle Sierra Pambley de León.
[Rescatamos este precioso cuaderno de pinturas, acompañadas de versos de Gamoneda, con el que el pintor leonés Manuel Jular quiso rendir en 2007 su personal homenaje al amigo con quien compartió un tiempo de juventud, Jular nos hizo llegar este cuaderno el 31 de diciembre de 2007 al viejo y desaparecido Faro Gamoneda y hemos conseguido recuperarlo:]
Gamoneda en los años 60, en un retrato del pintor Manuel Jular.
Esta es la dirección de la página de la revista francesa Esprits Nomades (Espíritus Nómadas) dedicada a Gamoneda, y que incluye poemas suyos traducidos al francés por Jacques Ancet (haz click):
Esprits Nomades es un sitio que propone un vagbundeo por el mundo de la música, de la literatura y la poesía, de la fotografía y de la pintura… para rendir así un homenaje a los creadores.
Gamoneda en una foto de Fernando Sanz Santacruz.
Blues de l’escalier
Une femme monte dans l’escalier
elle a un chaudron plein de peines.
Une femme monte dans l’escalier
elle porte le chaudron des peines.
J’ai rencontré dans l’escalier la femme
et devant moi elle a baissé les yeux.
J’ai rencontré la femme et son chaudron.
Antonio Gamoneda visto por Loredano, en el diario El País (2007).
Esta es la caricatura de Antonio Gamoneda realizada por Loredano que acompaña una noticia publicada en el diario EL PAÍS el 21 de abril de 2007, tres días antes de que el poeta recogiera el Premio Cervantes.
La caricatura acompaña un artículo titulado «Próxima parada, Gamoneda», de Javier Rodríguez Marcos.
(Reproducimos un artículo, con texto y fotos del periodista MARCELINO CUEVAS, publicado en el suplemento ‘El Filandón’ de Diario de León, en junio de 2007:)
«Cuando los pintores se enfrentan al poeta»
Retrato de Gamoneda realizado por su amigo Jorge Pedrero.
El reloj de la Catedral desgranaba con parsimonia las campanadas de las diez, mientras el sol aparecía tímidamente y una voz de aluminio nos decía que sí, que Gamoneda, don Antonio, esperaba nuestra visita. Empujamos la puerta y pasamos al pequeño jardín donde, recostadas en el tronco del viejo árbol que preside con autoridad el recoleto espacio, descansaban las musas del poeta, desnudas, indolentes y ajenas a la fina escarcha que volaba desde los tejados rojos. Parecían cansadas, quizá pasaron la noche acarreando palabras, inspirando versos, derramando en frenética danza sus dones sobre el poeta.
Empujamos la puerta siguiente, también está abierta, y entramos en el santuario. A la derecha un pequeño salón, a la izquierda una escalera. Apoyados en un mueble, al frente, una serie de retratos del poeta. Gamoneda recordó nuestra cita y lo tiene todo preparado. Se trata de fotografiar los retratos que le han hecho sus amigos los pintores. El silencio lo rompe el poeta que baja pausadamente por la escalera.