Amelia Lobón

«Hablo con mi madre», un poema de Antonio Gamoneda

Amelia Lobón, madre de Antonio Gamoneda. © Foto: Archivo familiar.

HABLO CON MI MADRE

Mamá: ahora eres silenciosa como la ropa
del que no está con nosotros.
Te miro el borde blanco de los párpados
y no puedo pensar.

Mamá: quiero olvidar todas las cosas
en el fondo de una respiración que canta.
Pasa tus manos grandes por mi nuca
todos los días para que no vuelva
la soledad.

Yo sé que en cada rostro se ve el mundo.
No busques más en las paredes, madre.
Mira despacio el rostro que tú amas:
mira mi rostro en cada rostro humano.

He sentido tus manos.
Perdido en el fondo de los seres humanos te he sentido
como tú sentías mis manos antes de nacer.

Mamá, no vuelvas más a ocultarme la tierra.
Esta es mi condición.
Y mi esperanza.

ANTONIO GAMONEDA
— Del libro Blues castellano

«Ausencia», un poema de Amelia Gamoneda

Amelia Lobón, madre de Antonio Gamoneda. © Foto: Archivo familiar.

Amelia Lobón, madre de Antonio Gamoneda, en los años 90. © Foto: Archivo familiar.

AUSENCIA

Años estuvo ausente del espejo, pero una imagen definitiva viajaba extraviada en su cabeza. Por eso pedía exactas las horquillas, la tirantez del cabello.

Era ya muy tarde y aún reconocía a las nietas que la rodeaban en la fotografía; sonrió diciendo sus nombres, volvió a sonreír y preguntó entre el desconcierto y la ternura: ¿y quién es esta viejecita?

Frente al azogue gastado de tus ojos, en la transparencia de ese olvido, ahora desenredo lo turbio, peino el desasosiego.

AMELIA GAMONEDA LANZA

[Poema publicado en el libro ‘Los ojos que vieron el siglo: Nuestros Abuelos’. Museo de Salamanca. El Encinar: Brujazul, 1998.]

«Antonio Gamoneda: el poeta de las cosas simples» / Una entrevista de Violeta Serrano para el diario argentino La Nación (2015)

[Reproducimos una entrevista de Violeta Serrano con Gamoneda publicada el 2 de enero de 2015 en el diario argentino La Nación, en la portada del suplemento ADN Cultura]

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Antonio Gamoneda: el poeta de las cosas simples

Distinguido con el Premio Nacional de Poesía de España y con el Cervantes, es una de las voces literarias más destacadas de su tierra. En esta entrevista repasa su historia, marcada por la tragedia familiar, la pobreza y el franquismo, reflexiona sobre el lenguaje poético y confiesa que la vida le parece «un extraño accidente»

Por VIOLETA SERRANO

Antonio Gamoneda le pide a su mujer que lo inyecte el día que cumple cuarenta y cinco años. Amelia Lobón se resiste. Te va a hacer mal, le advierte. Y él responde: «Entonces, tendrás que prepararte para verme sufrir». En un gesto de respeto y amor, dieciséis milímetros de Pantopón, la rosa líquida, entran por las venas del enfermo terminal y éste se duerme. No se despertará más. Deja un libro de poesía publicado en 1919, Otra más alta vida. Para su hijo, que entonces tiene apenas un año de vida, será el primer acercamiento a la lectura, pues es una de las pocas cosas que su madre va a poder llevarse consigo en su mudanza a León.

Viuda y con problemas de salud, decide dejar la humedad de Asturias, al norte de España, por un lugar más seco, interior, alejado de la proximidad y la bravura del mar Cantábrico. Descienden entonces, madre e hijo, 120 km de mapa con lo justo y necesario para ensayar una supervivencia mísera. Estamos en 1934 y a la Guerra Civil Española sólo le quedan dos años para estallar. Cuando eso sucede, en 1936, Antonio Gamoneda Lobón es un chico de apenas cinco años de edad. Vive ya en una zona marginal, de la periferia de León capital, al noroeste de España, en la margen derecha del río Bernesga, en la antigua carretera de Zamora, al número 4. El tono del llamado Barrio de la Sal es negruzco y las escenas que allí se generan, vergonzosamente normales. León ha caído en manos de los nacionales, de los militares rebeldes a la República, engañando a los mineros asturianos del norte. La ciudad sirve de sede a la Legión Cóndor y es, toda ella, un inmenso penal. La cárcel más grande, la misma que en el siglo XVII albergara al mismísimo Francisco de Quevedo, es la de San Marcos –hoy, irónicamente, un parador de lujo galardonado con cinco estrellas– y, casualmente, para llegar hasta ella es necesario pasar por delante de la carretera de Zamora. Un niño encaja su rostro contra los barrotes del balcón, siente el frío mientras ve pasar filas de hombres, atados por una cuerda, de tres en tres. Jamás ve hacer a ninguno de ellos el camino inverso. En las madrugadas escucha con nitidez los gritos amarillos de las mujeres que observan impotentes cómo se llevan a sus maridos. Las azoteas tienen entonces las luces encendidas. Los barrotes aún están pegados a la cara de ese niño; su frío vive en él.

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Noticia biográfica de ANTONIO GAMONEDA LOBÓN

Antonio Gamoneda. © Fotografía: Fernando Sanz-Santacruz.

Antonio Gamoneda. © Fotografía: Fernando Sanz-Santacruz.

Antonio Gamoneda nació en Oviedo en 1931. A los tres años, ya huérfano de padre (de su mismo nombre, poeta en la órbita del modernismo que publicó un solo libro, ‘Otra más alta vida’, en 1919), se trasladó con su madre, Amelia Lobón, a León, única ciudad en la que ha querido vivir, primero en el principal barrio obrero –y campesino– de la ciudad, que siguen llamando de El Crucero. Para sus ojos infantiles el barrio fue un observatorio “privilegiado” de la represión llevada a cabo por los nacionales durante la guerra civil y la inmediata posguerra.

Pasó fugazmente por la enseñanza primaria en la escuela pública, y cumplidos los diez años y viviendo ya en una zona más céntrica, empezó a cursar, gratuitamente, el bachillerato en un colegio religioso del que se autoexpulsó antes de terminar el tercer curso.

Al día siguiente de cumplir catorce años empezó a trabajar como meritorio y recadero en el hoy extinguido Banco Mercantil. Permaneció en la condición de empleado de banca, atravesando distintas categorías, durante veinticuatro años.

Desde los diecisiete, estuvo en la política clandestina hasta los días de la llamada Transición, sufriendo la desaparición –asesinato, suicidio, accidentes, locura, envilecimiento– de la práctica totalidad de los compañeros de grupo.

Mantuvo relación amistosa, sin ser parte del equipo, con los poetas editores de las revistas “Espadaña” y “Claraboya”. El poema más antiguo que conserva fechado es de 1947.

Mª Ángeles Lanza, esposa del poeta, con sus hijas Ana, Ángeles y Amelia (hacia 1978).

Mª Ángeles Lanza, esposa del poeta, con sus hijas Ana, Ángeles y Amelia (hacia 1978).

Terminó “por libre” los estudios medios. En 1960 se casó con María Ángeles Lanza (tiene tres hijas y una nieta: Amelia, Ana, Ángeles y Cecilia).

Antonio Gamoneda hacia 1965. Foto: José Núñez Larraz.

Antonio Gamoneda hacia 1965. Foto: José Núñez Larraz.

En 1969, abandonó la banca privada y pasó a crear y dirigir los servicios culturales de la Diputación Provincial. La tarea no era fácil, intentaba hacer una cultura progresista con el dinero de la dictadura. Fue privado de su condición de funcionario, y posteriormente recontratado, mediando sentencia judicial.

Desde 1979 hasta su jubilación en 1991, fue director gerente de la Fundación Sierra-Pambley, creada en 1887, impulsada por Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Manuel Bartolomé Cossío, como una especie de apéndice de la Institución Libre de Enseñanza orientado a la educación de campesinos y obreros. De esta fundación ha sido, hasta hace unos años, miembro del Patronato.

De poesía ha publicado hasta ahora unos diecisiete libros. Buena parte de ellos ha sido traducida a distintos idiomas (francés, portugués, sueco, árabe, hebreo, neerlandés…). Ha participado, con lecturas, poemas y conferencias, en cursos y encuentros de instituciones y universidades de toda España y países de Europa, América, África y Asia.

Una fotos del 23 de abril de 2007, día en que el poeta recogió el Premio Cervantes.

Una fotos del 23 de abril de 2007, día en que el poeta recogió el Premio Cervantes.

En 1985 fue Premio Castilla y León por la escritura realizada hasta la fecha; en 1988, Premio Nacional de Literatura por su libro ‘Edad’; posteriormente, Premio de Literatura de la Comunidad de Madrid 2005; Prix Européen de Littérature 2006; Premio Reina Sofía de Literatura Iberoamericana 2006 y Premio Cervantes 2006, por el conjunto de su obra en estos cuatro últimos casos. En 2009 recibió el Premio Quijote de las Letras Españolas.

Honoris Causa por la Universidad de León, año 2000 (en la foto, con Antonio Pereira).

Honoris Causa por la Universidad de León, año 2000 (en la foto, con Antonio Pereira).

Se le ha concedido también la Medalla de Oro de la ciudad de Pau, la Medalla de Plata del Principado de Asturias, el Premio Leteo, la Medalla de Oro de la Provincia de León y la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid, entre otros reconocimientos. También es Hijo Adoptivo de León y de Villafranca del Bierzo.

Es Doctor Honoris Causa por la Universidad de León, por la Universidad Autónoma de Santo Domingo-Primada de América (República Dominicana), por la Universidad Autónoma del Estado de México, por la Universidad Babeș-Bolyai de Cluj-Napoca (Rumanía) y por la Universidad César Vallejo (Perú).

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