Por EDUARDO MOGA
Publicado en su blog ‘Corónicas de Españia’, el 21-1-2023
Galaxia Gutenberg sigue recuperando títulos esenciales de la poesía española contemporánea. A finales del año pasado, publicó Libro del frío, de Antonio Gamoneda, un poemario —de 1992— en el que el mejor poeta español vivo, y uno de los mejores del último medio siglo, cuenta su hospitalización por una grave enfermedad (es decir, lo que la hospitalización le hizo sentir: lo que le permitió ver, tanto en un presente adolorido como en un pasado cuya recuerdo tiene mucho del madero al que se aferra el náufrago para no ahogarse) con un estilo ferozmente sintético, en el que la introspección convive sin dificultad con la fabulación y la metáfora.
El carácter sintético del libro se refleja en unos poemas casi siempre muy breves —solo algunos de la sección “Sábado”, de las seis que tiene el poemario, desmienten esa brevedad—, fragmentarios y versiculares. Gamoneda vuelve a conjugar en Libro del frío un poso de sentimientos sombríos —el peso de la enfermedad, la cercanía de la muerte, la levedad del tiempo que nos corresponde, la fragilidad existencial— con un verbo encendido, a veces hasta exaltado, siempre sensual y, aunque enredado en tinieblas, polícromo, simbólico y figurativo a la vez. Otro gran poeta, Tomás Sánchez Santiago, firma un prólogo, como la palabra de Gamoneda, luminoso. En él describe Libro del frío como “un relato despedazado y sobrecogedor al que uno asistía atónito, con la conciencia erizada y los sentidos afilados hasta lo insoportable”. Esto dice un poema de la sección “Pavana impura”:
Busco tu piel inconfesable, tu piel unida por la tristeza de las serpientes; distingo tus asuntos invisibles, el rastro frío del corazón.
Hubiera visto tu cinta ensangrentado, tu llanto entre cristales y no tu llama amarilla,
pero mi sueño vive debajo de tus párpados.