Ildefonso Rodríguez

«La escritura del cuerpo», un artículo de Ildefonso Rodríguez dedicado a Gamoneda en el nº 2 de ‘Un ángel más’

La revista «Un ángel más» (Casa Revilla, Fundación Municipal de Cultura, Valladolid), que dirigieron Gustavo Martín Garzo, Carlos Ortega y Miguel Suárez, dedicó en su Nº 2, publicado en otoño 1987, un amplio dossier al poeta Antonio Gamoneda, que coordinó Miguel Casado.

En ese dossier apareció originalmente este texto, que se publica ahora de nuevo, tal cual era entonces, por gentileza del autor (que ha tenido la generosidad de transcribirlo):

LA ESCRITURA DEL CUERPO

Por ILDEFONSO RODRÍGUEZ

Ildefonso Rodríguez. Foto: Eloísa Otero.

Lo que ahora muestro es solo mi actividad de lector: un conjunto de estampas, de postales extraídas de unos textos para mi gusto y claridad. Elaboré, con rachas de pasión, un panorama, un aparato semejante a un estereoscopio antiguo y me asomé a él una y otra vez. Mucho quedó fuera, pero yo tuve que elegir. Es seguro que todo, en la poesía de Antonio Gamoneda, pueda verse desde puntos invertidos y contrarios a la visión que yo me representé, pues incluso esta para mí es ocasional (basta que yo vuelva a su lectura para que ya aparezca otra y muy diferente, y ahí reside uno de los valores altos de esta poesía, en ser irreducible como pocas).

Si mi elección fue ajustada, si tuve buen o mal gusto al escoger, es algo, obviamente, ajeno a los textos. La que allí quedó, extendido sobre aquel mostrador, es mucho más, hasta la cara oculta de esa escritura, la que yo nunca llegué a ver. Pero eso es lo que traje conmigo y ahora lo expongo desde la amistad con tal poesía, amparándome en una forma de confianza que, con todo, no deja de intimidarme.

La escritura poética de Gamoneda gana a sus lectores por el despliegue de una energía poco común, una atracción en la que el propio lector obtiene la experiencia continuada y muy específica de su acto de lectura. Es como si, al leer, se le representase de un modo nada virtual y en cambio muy corpóreo, vívido, una naturaleza que le pertenece y a la que él mismo pertenece; se le ofrece un organismo que roza y se comunica con sus propios sentidos, con la sensibilidad absoluta (no parcial, no ideal o figurada) de su cuerpo. El lector pone en suspensión su hábito común de mirar un texto, de pensarlo y entenderlo. Abre los ojos sobre la escritura y obtiene sensaciones de tacto, de paladeo, de audición, advierte un bullir de movimientos en su interior. Crecen en él materias y sustancias que desconocía y las incorpora, de un modo natural, a su repertorio, ilimitado ya, de experiencias en lo que entiende por mundo. Ve también nuevos objetos que, le parece, podría pesar con la mano o bajo cuyas sombras sería capaz de reposar.

Pero toda esa sustancialidad, esa corpulencia en la que se amplifica el lector, no es más que palabras, vocablos que él mismo reconoce, después, como semejantes e idénticos a los de su habla común. Y vuelve al texto y otra vez esas palabras se le transmutan por efecto de una combinatoria en apariencia muy evidente, se recubren, generan un cuerpo inesperado, pero también reconocible desde el sensorio del lector. No solo los nombres y los adjetivos portadores de color o sinestesia poseen tal vivacidad, pues hasta las partículas, los adverbios, se comportan de modo semejante, se espesan, forman grumos, les crecen pestañas vibrátiles. Y en cuanto a los propios textos, tanto da si son dilatados (un conjunto casi absoluto como la Descripción de la mentira) o bien son prosas, iluminaciones fragmentarias y formas muy breves como las que se componen en las Lápidas. Siempre el lector asiste al mismo fenómeno: una poesía que le cubre y se deja cubrir, que espumea, que desborda sus límites (aun en el caso de que alguna poesía los tenga).

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COVA VILLEGAS y FONSITO RODRÍGUEZ felicitan a ANTONIO GAMONEDA en su 91 cumpleaños con una canción asturiana

FELICITACIÓN PARA ANTONIO GAMONEDA

de

FONSITO RODRÍGUEZ & COVA VILLEGAS

Felicitación.

Felicitación.

HAZ UN CLICK EN LA IMAGEN ↑ PARA ESCUCHARLA…

Se trata de una grabación casera de canción asturiana con fondo de clarinete bajo: a la voz la nieta de Don Xuan Uría, Cova Villegas; al clarinete el nieto de Don Eutimio, el maestro de Mansilla, Fonsito Rodríguez.

Esta canción fue grabada en mayo de 2011 para felicitar a Antonio Gamoneda en su 80 cumpleaños, y la volvemos a traer hoy aquí para felicitarle, este 30 de mayo de 2022, en su 91 aniversario.

¡FELICIDADES, ANTONIO!

Dossier sobre Gamoneda en el Nº 2 de la revista «Un ángel más» (1987)

La revista «Un ángel más», que dirigieron Gustavo Martín Garzo, Carlos Ortega y Miguel Suárez en Valladolid, dedicó en su Nº 2, publicado en 1987, un amplio dossier al poeta Antonio Gamoneda, que coordinó Miguel Casado.

«De poetas provincianos» (diario El Sol, 1991)

Tres de los poetas provincianos citados (Antonio Pereira, Antonio Gamoneda, Eugenio De Nora), fueron investidos como doctores Honoris Causa por la Universidad de León en el año 2000.

De poetas provincianos

Por ANTONIO GAMONEDA
(Artículo publicado en el diario El Sol, en enero de 1991)

El primer poeta provinciano que conocí, sin llegar a verlo con mirada capaz de crear memoria, fue mi padre. Aprendí a leer en un libro suyo cuando no había libros ni escuela: «Rosas pedí en invierno al huerto mío; / bajo la blanca nieve nada había. /  Sólo encontré un rosal muerto de frío / bajo la nieve fría.»

El segundo fue Victoriano Crémer. Victoriano era —es— tierno y espinoso, tenía escoceduras carcelarias y andaba en cuestiones con Antonio González de Lama  (hombre bueno además de presbítero miserablemente beneficiado y de escritor perezoso) y con Eugenio de Nora, marxista practicante, lector en Berna y probable niña de los ojos de Dámaso Alonso. Las cuestiones eran a causa del dibujo que habría de ponerse en la orla fúnebre de ‘Espadaña’, la revista beligerante y pobre que agonizaba en León.

El tercer poeta provinciano que conocí fui yo mismo.

El cuarto fueron Antonio Pereira y Gaspar Moisés Gómez. Antonio es el inventor del erotismo diocesano, además de viajero por el Nepal, narrador afiladísimo y benefactor de la colegiata de Villafranca del Bierzo. Moisés, que lleva más de cuarenta años «dándole a la caza alcance», transita de las blancuras eucarísticas a los considerandos; de éstos a las elegías aplicables al burro de Asurio y al propio Asurio, y, finalmente, a melancolías que tienen que ver con bragas debidamente legitimadas.

El quinto poeta provinciano es innumerable y, a causa de su juventud, altamente benéfico. Practica, según quien sea el individuo, la diplomacia, la notoriedad metropolitana en el ramo narrativo, la saxofonía ecléctica, el suicidio  anunciado y otras dignísimas labores mercantiles o vocacionales.

Finalmente, el sexto y último poeta provinciano vuelvo a ser yo mismo.

Al segundo, tercero y cuarto nos convocaba el delegado Información y Turismo a los efectos de exaltar la primavera en el aula magna de la facultad de Veterinaria cada 21 de marzo de los años 40 y 50. No cobrábamos. Asistían las autoridades: civiles y militares.

También solíamos concurrir a juegos florales y no se nos daban mal. Hace unos treinta años, los pudientes empezaron a abstenerse. Yo me quedé a mitad de camino: escribía los poemas «alusivos» y un «negro» dotado de esmoquin y aceptable voz firmaba la plica. La gloria entera para él; el dinero, a medias. Otros, más pobres que yo, se tenían que joder y dar la cara.

Al hilo de estos naturales sucesos, algunos conspirábamos. Lo hacíamos con más miedo que gloria. Sin embargo, admitiendo que Franco se murió por sí mismo, yo creo que nuestro miedo hizo algo por España. Sin él, sin este miedo, quizá hubiera sido el Opus Dei quien nos hubiera metido en la OTAN.

Un buen día se me empezó a morir gente y comencé a sentir frío y una lucidez inútil. Ahora, gracias a Dios, vuelvo a disfrutar de una razonable confusión.

Sumando los olvidados, los emigrantes, los triunfadores, los suicidas, me he quedado casi sin poetas provincianos. Yo mismo empiezo ya a desaparecer. Ildefonso Rodríguez, que ni siquiera es cuarentón (lector poderoso y una autoridad en tangos), me viene a ver todos los viernes que no toca el saxofón en Vigo. Menos mal.

«La presión sobre los límites. Dos cuentos de ANTONIO GAMONEDA», por ILDEFONSO RODRÍGUEZ     

Ildefonso Rodríguez. Foto: Eloísa Otero.

[“Relación de Don Sotero” y “Fábula de Pieter”, dos relatos de Antonio Gamoneda. Editorial Límite, Colección de Narrativa La Ortiga nº 3. Santander, 1997]

LA PRESIÓN SOBRE LOS LÍMITES.
DOS CUENTOS DE ANTONIO GAMONEDA 

Por ILDEFONSO RODRÍGUEZ

La poesía de Antonio Gamoneda nutre e implica siempre un relato que, al ser ajeno por completo a la llamada poesía narrativa, desplaza la marca de los géneros. Miguel Casado lo ha descrito en varias ocasiones: serialismo, fragmentarismo, tensión y concentración ajustan lo decisivo de tal relato poético: su ficción y su tiempo. Que esto es así, lo prueban los grandes libros: la interioridad socializada de Blues castellano, la monodia en Descripción de la mentira («Este relato incomprensible es lo que queda de nosotros»), el bajorrelieve de la memoria en Lápidas, las series afiladas y resplandecientes del Libro del frío, la polifonía textual del Libro de los venenos.

Por otra parte, muchas veces el poema fue rescatado de un bloque de prosa circunstancial en cuyo interior se escondía, gracias a la reescritura, pasión y necesidad continuas de Gamoneda.

Los dos cuentos que ahora publica La Ortiga vienen a ser, en principio, un contraste generoso con lo que antes se ha dicho. En esquema, se podría decir que los datos de la poesía de Gamoneda han sido dispersados dentro de unos esquemas previos, moldes de narración eficaces pero ajenos a ella: relaciones, fábulas. Entonces, esos datos ya no podrán ser reconducidos a la especie poética, al haber sido dispensados de su capacidad iluminativa (simbólica y realista) por causa de un argumento. Las consecuencias de todo esto no son triviales. En un prólogo ya lejano a la primera (o quizás segunda) publicación de la Relación de don Sotero, escribió Gamoneda: «¿Qué hace un escritor de tan severas trazas como yo en un escrito como éste? Aquí circula la impostura». Después de todo lo señalado, se puede concluir que no hay tal impostura, sino que el poeta aquí, genuinamente, se comporta como un escritor de cuentos: acepta escribir dentro de un género. El resultado es eficaz y sobresaliente; pero es también (no podría dejar de serlo) paradójico. Pues la imagen poética, esa imagen suya complejísima, tramada ella misma por sucesivas e indivisibles capas de lenguaje y realidad, se resiste a ser reinstalada en un discurso lineal, se transforma en motivo, inflexión, ornamento: se hace gran retórica, se hace estilo. Y, a la vez, no ceden el impulso y la presión de un exterior inabarcable: se diría que todo el poder de su poesía está presionando sobre estos cuentos. Merece la pena ver de cerca cómo sucede un fenómeno tan especial.

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Dos improvisaciones (palabras, música) de Ildefonso Rodríguez para Gamoneda (2006)

[Este texto, que sirvió de introducción a un pequeño concierto de Ildefonso Rodríguez, fue leído en París, en el Instituto Cervantes, el 4 de mayo de 2006, en unas jornadas dedicadas a Antonio Gamoneda. Es inédito:]

DOS IMPROVISACIONES (PALABRAS, MÚSICA)
PARA ANTONIO GAMONEDA

Por ILDEFONSO RODRÍGUEZ

Ildefonso Rodríguez.

Aquí estamos, sentados alrededor de la persona y la obra de Antonio Gamoneda y con los buenos amigos. Un privilegio del que haré, lo anuncio ya, doble uso y de un modo un tanto desacostumbrado para mí.

Cuando Félix Blanco me invitó a participar en esta mesa, dejó caer el deseo de que viniera con mi saxo y, une sortie en beauté (así me tentó Félix) tocara algo. Me resistí, no veía fácil el modo de insertar entre lecturas mi sonido, mi fraseo musical. Pero Félix insistió, supo convencerme. Y entonces empezó el trabajo de imaginar un acomodo para el saxo en esta reunión. Empezaron los tormentos. ¿Debería renunciar a mi pequeña lectura sobre la poesía de Gamoneda? ¿O no, y entonces el saxo vendría a ser como un invitado de última hora, la entrada de un músico callejero?

Ahí me mantuve, en la pura indecisión: no arrancaba ninguna escritura, no veía sin más el saxo en la reunión.

Hasta que me pareció encontrar un encaje, la vía de acceso. Lo que diré ahora no es una justificación, pero voy a explicarme.

Entre las cosas que he sido y soy en la vida, está el ser músico, saxofonista, y el ser lector apasionado de Antonio Gamoneda. Y sucede que, en algunos momentos, ambas actividades ya se han cruzado: he leído la poesía de Gamoneda como si, (como si) estuviera escuchando una música poderosa y. sin demasiadas cábalas, la he intentado describir en algunos textos. En el pequeño ensayo Las músicas de Gamoneda, escribí:

«La música es uno de los elementos constitutivos del espacio poético abierto por Gamoneda (…); siendo yo músico, voy a exponer conceptos que manejaría con un colega de la profesión; no me referiré a la música como metáfora, un más allá de la palabra poética. Por el contrario, intentaré mantener una especie de diálogo con los textos sintiéndolos, oyéndolos, bajo categorías musicales. Es decir, considerando que Gamoneda es, con propiedad, un músico».

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22 junio / Mesa redonda en torno a la poesía de Gamoneda en la librería Enclave (Madrid)

La librería madrileña Enclave acoge el jueves 22 de junio de 2017, a las 20.30 horas, una mesa redonda/debate en torno a la lectura de poesía, la crítica y la teoría, a partir del libro «El canto de la desaparición. Memoria, historia y testimonio en la poesía de Antonio Gamoneda» (ed. Devenir), del que es autor Daniel Aguirre Oteiza, quien estará acompañado por Olga Muñoz Carrasco, Ildefonso Rodriguez y Miguel Casado. Para tan especial ocasión, la librería permanecerá abierta hasta las 22,30 horas. Entrada libre.

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Nacer en otra especie

Portada de la antología "Naciendo en otra especie" (Plaza & Valdés / Capital Animal).

Portada de la antología «Naciendo en otra especie» (Plaza & Valdés / Capital Animal).

OPINIÓN / VILANOS

Nacer en otra especie

Por ELOÍSA OTERO
(Publicado el 24 de julio de 2016 en El Día de León)

“La vergüenza es un sentimiento revolucionario”. Con esta cita de Karl Marx encabeza Antonio Gamoneda un poema estremecedor, titulado “Malos recuerdos”, perteneciente a su libro “Blues castellano”. Este poema, en el que Gamoneda expone sus sentimientos ante algunos comportamientos vergonzantes de su infancia —como maltratar a una perra o robarle a un soldado la carta de su madre—, se ha convertido en emblema de la antología de poesía que ha realizado la plataforma “Capital animal” para concienciar sobre los derechos de los animales.

La antología —que a su vez lleva por título otro verso del poeta leonés: “Naciendo en otra especie” (“Yo estoy naciendo en otra especie y el exterior es lívido”)— quiere ser “una respuesta a la violencia, a la vergüenza que supone el dolor infligido a los animales”, en palabras de Ruth Toledano y Marta Navarro García, encargadas de la edición. Pero va más allá. Como escribe Navarro, “la historia nos ha demostrado que con los animales practicamos la dominación y la discriminación hasta convertirlos en propiedad, al igual que antes hicimos con personas de otras etnias, de otro credo o de otro género”.

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RESEÑA / «Esta luz. Poesía reunida (1947-2004)», por PEDRO SERRANO en Letras Libres (2005)

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«Esta luz. Poesía reunida (1947-2004)»
ANTONIO GAMONEDA
Ed. Galaxia Gutemberg, 2004.

Por PEDRO SERRANO
[Publicado en la revista Letras Libres, diciembre 2005]

La necesidad obliga a que surja lo indispensable. La poesía de Antonio Gamoneda, prácticamente desconocida, ignorada o ninguneada hasta hace muy poco, según el caso, se ha colocado en un lugar central de la escritura en español. Para los interrogadores del canon debe de ser interesante, y a la vez divertido, mostrar el modo tan rotundo y a la vez casi súbito en que su obra descuadró las pacientes genealogías académicas de la poesía española del siglo xx hechas en la península, y ha obligado a una reestructuración de todo su caudal, incluyendo en él voces que iban quedando al margen y que ahora se vuelven necesarias y definitivas. Pero quizás más interesante es el hecho de que su obra poética y su beligerancia crítica han reincorporado al ancho curso poético de la lengua la poesía escrita en España, dándole una legitimidad y un vigor que, por decir lo menos, se estaba diluyendo y que era cada vez más difícil argumentar frente a detractores absolutos o ideólogos culturales.

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«Las músicas de GAMONEDA», por ILDEFONSO RODRÍGUEZ

El poeta y músico leonés Ildefonso Rodríguez.

El poeta y músico leonés Ildefonso Rodríguez.

[El siguiente texto fue leído, en una primera versión, en Buenos Aires, en el Instituto de Cooperación Iberoamericana (AECI), el 22 de noviembre de 2000. Y publicado en el número 2, primavera del 2001, de la revista «La Pecera», dirigida por el poeta Osvaldo Picardo, de la Universidad de Mar del Plata.

Una nueva versión ampliada —el texto que reproducimos a continuación— se publicó posteriormente en la revista de Extremadura «Espacio/Espaço Escrito», dirigida por Ángel Campos, números 23 y 24, Badajoz, 2004;  en el dossier dedicado a Gamoneda y coordinado por Miguel Casado.]

LAS MÚSICAS DE GAMONEDA

Por ILDEFONSO RODRÍGUEZ

Cuando relacionamos poesía y música, más allá de la discusión teórica, y más allá de ser siempre una relación resbaladiza, deberíamos ante todo atender a los testimonios que de ella nos dan los propios poetas, sus modos de implicar los datos musicales en la escritura. Así, oigamos, para empezar, dos de esos testimonios, entre los muchos que podríamos mostrar, dos principios de autoridad.

Rubén Darío ha escrito a propósito de Unamuno: «En Unamuno se ve la necesidad que urge al alma del verdadero poeta de expresarse rítmicamente, de decir sus pensares y sentires de modo musical… Lo que resalta en este caso es la necesidad del canto».

Ahora Baudelaire: «¿Quién de nosotros no ha soñado, en sus días ambiciosos, con el milagro de una prosa poética, musical, sin ritmo ni rima, lo suficientemente flexible y dura como para adaptarse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño y a los sobresaltos de la conciencia». Y en El poema del haschis, se lee: «La gramática, incluso la árida gramática, resulta algo así como un hechizo evocador; las palabras resucitan revestidas de carne y hueso; el substantivo, en su majestad sustancial; el adjetivo, ropaje transparente que lo viste y colorea como una veladura; y el verbo, ángel del movimiento, que da a la frase la oscilación».

Creo que la escritura de Gamoneda se funda en una poética de la circularidad, lo que en otro lugar he llamado memoria de la memoria. El lector sufre un vértigo, cree estar ante la inminencia de una revelación absoluta; pero ésta queda conjurada circularmente: es el relato de un suceso oculto que centellea, se transparenta, pero permanece innominado. ¿Dónde? «El palimpsesto de la memoria es indestructible», ha escrito Gamoneda. Circularidad de los gestos, casi podríamos decir un sistema de fractales. Por ejemplo: la palabra armario genera una imagen que se repite a lo largo de los años, adquiere la categoría de un símbolo (aunque se simbolice a sí misma, en el sistema poético de Gamoneda: el armario). En distintos libros hemos leído: «El dios que llora en mis armarios». «Dime qué ves en el armario horrible». O algo como: «No hagas incesto en los armarios, guárdate: albergan asma, atribución, espíritus, quizá días y alas desesperadas». Palabra, imagen, símbolo, el armario pronto reaparecerá con una centralidad decisiva, pues el libro de memorias en el que Gamoneda está trabajado parece que se titulará Un armario. Sombras. Y del mismo modo podríamos leer, por ejemplo, las palabras luz o miedo, fractales, dos nudos decisivos de esa trama o sistema poético al que me estoy refiriendo. Un pensamiento que procede por ondas expansivas, a partir de datos de repetición y variación. «Las ondas de un narcótico calmo», como escribió Mallarmé. Son leivmotivs, obsesiones: «La majestad obsede en círculos». Es el impulso de la repetición interior (repetición convulsiva), el retorno de lo mismo. Y es, también, la necesidad de las variaciones, la reescritura permanente. Ese gran impulso es de naturaleza musical, engendra música, mediante dos vías: las ondas del pensamiento poético, con núcleos obsesivos. Y ciertas palabras que aparecen casi como talismanes o conjuros.

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Los 80′ / El Museo Sefardí de Toledo celebra el 80 cumpleaños del poeta con un ciclo de poesía (2011)

LA POESÍA, LUGAR DE ENCUENTRO.

Los 80 años de Antonio Gamoneda.

Ciclo de lecturas en homenaje al poeta, Premio Cervantes 2006.
Museo Sefardí. Toledo.
3, 4 y 5 de mayo de 2011
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Martes 3 de mayo: lectura de poemas de Juan Carlos Mestre, Eloísa Otero y Vicente Valero.
Miércoles 4 de mayo: lectura de poemas de Miguel Ángel Curiel, Clara Janés e Ildefonso Rodríguez.
Jueves 5 de mayo: lectura de poemas de Antonio Gamoneda.

El ciclo “La poesía, lugar de encuentro” responde a la voluntad del Museo Sefardí de abrir las calles de la Judería toledana a la creación y al pensamiento contemporáneos. Se trata de encontrarse con la poesía contemporánea en los mismos lugares donde tuvo su casa en el siglo XII Yehudá Haleví, el gran clásico de la poesía hebrea; por donde cruzaron tantas veces Garcilaso de la Vega y San Juan de la Cruz, o donde residió en un momento significativo de su vida Fray Luis de León; se trata de escuchar en esos mismos lugares a los poetas de principios del siglo XXI, ofrecer un espacio de diálogo y contacto con ellos, vías para la circulación de las líneas poéticas actuales, para el debate de sus problemas y propuestas, un ámbito para su emoción y su riesgo.

El gran poeta Antonio Gamoneda cumple 80 años el próximo 30 de mayo: una fecha simbólica para celebrar la obra y la figura de un autor singular y, sin duda, el poeta español de mayor proyección internacional en el momento presente. Desde ‘Sublevación inmóvil’ (1960), ‘Descripción de la mentira’ (1977) o ‘Libro del frío’ (1992) hasta ‘Un armario lleno de sombra’ (2009), Gamoneda ha profundizado en la construcción de un mundo personal, cuyos elementos participan a la vez de la inmediata vida cotidiana, de la más intransferible intimidad y de una poderosa y oscura dimensión mítica, mientras van iluminando –como en los fogonazos del relámpago– tanto una memoria colectiva de la historia española como el exigente autoanálisis de la propia identidad.

En torno a Antonio Gamoneda, que leerá sus textos más recientes, el Museo Sefardí reúne a una serie de poetas de diversas trayectorias y escrituras, que aportarán también como mejor homenaje su propia voz, sus poemas.

Coordinan: Olvido García Valdés y Miguel Casado.

 

COVA VILLEGAS y FONSITO RODRÍGUEZ felicitan a ANTONIO con una canción asturiana

FELICITACIÓN PARA ANTONIO GAMONEDA
EN SU 80 CUMPLEAÑOS (2011)

de

FONSITO RODRÍGUEZ & COVA VILLEGAS

Felicitación.

Felicitación.

HAZ UN CLICK EN LA IMAGEN ↑ PARA ESCUCHARLA…

Se trata de una grabación casera de canción asturiana con fondo de clarinete bajo: a la voz la nieta de Don Xuan Uría, Cova Villegas; al clarinete el nieto de Don Eutimio, el maestro de Mansilla, Fonsito Rodríguez.

Fue grabada en mayo de 2011 para felicitar a Antonio Gamoneda en su 80 cumpleaños.

Un artículo de Ildefonso Rodríguez sobre «Libro de los venenos»

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Recuperamos este artículo del poeta y músico leonés ILDEFONSO RODRÍGUEZ que apareció hará unos veinte años en la revista ESPACIO/ESPAÇO ESCRITO, con motivo de la publicación de ‘Libro de los venenos’ de Antonio Gamoneda en 1995.

 AZOGUE, SANGRE, LECHE, ALACRÁN:
EL LIBRO DE LO INCIERTO

Por ILDEFONSO RODRIGUEZ

Algunos han podido entender el último trabajo de Antonio Gamoneda (‘Libro de los venenos’, Siruela, 1995) como una distracción de su actividad natural, como si, haciendo un alto, se hubiese entregado al ejercicio apasionante de la erudición, las concordancias y juegos con la escritura de dos antiguos. En los oscilantes párrafos que vienen ahora, se contiene una propuesta contraria: este libro es el resultado de una coherencia absoluta, radical. Presionando los límites flexibles del género poético y desde el centro mismo del conflicto, Gamoneda da un paso más allá en la construcción de su obra única. Mi lectura se planta en cuatro proposiciones que podrían soportar títulos como MÚSICA, IMAGINACÓN, HABLA SUBSTANCIAL, RELATO, sucesivamente. Pero pronto se advertirá lo borroso de esas temáticas; las nociones sufren contagios, transitan, van y vienen. Son tan sólo un anclaje para algo más flotante, inabarcable y rotundo. Porque, como se lee en ‘Descripción de la mentira’, el lector de este nuevo libro otra vez descubrirá, para su pérdida y reencuentro, que “sólo es legible el libro de lo incierto”.

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