Libro del frío

«[Sobre excremento de rebaños…]», un poema de ‘Libro del frío’, de Gamoneda

Un cuadro «S/T 2022» del pintor leonés Juan Rafael.

:: Un poema de ‘Libro del frío’

Sobre excremento de rebaños, subo y me acuesto bajo
los robles musicales.

Cruzan palomas blancas entre mi cuerpo y el crepúsculo,
cesa el viento y las sombras son húmedas.

Hierba de soledad, palomas negras: he llegado, por fin;
este no es mi lugar, pero he llegado.

ANTONIO GAMONEDA
(De Libro del frío)

Eduardo Moga reseña ‘Libro del frío’ de Gamoneda

Haz un click para ir al blog de Eduardo Moga…

Por EDUARDO MOGA
Publicado en su blog ‘Corónicas de Españia’, el 21-1-2023

Galaxia Gutenberg sigue recuperando títulos esenciales de la poesía española contemporánea. A finales del año pasado, publicó Libro del frío, de Antonio Gamoneda, un poemario —de 1992— en el que el mejor poeta español vivo, y uno de los mejores del último medio siglo, cuenta su hospitalización por una grave enfermedad (es decir, lo que la hospitalización le hizo sentir: lo que le permitió ver, tanto en un presente adolorido como en un pasado cuya recuerdo tiene mucho del madero al que se aferra el náufrago para no ahogarse) con un estilo ferozmente sintético, en el que la introspección convive sin dificultad con la fabulación y la metáfora.

El carácter sintético del libro se refleja en unos poemas casi siempre muy breves —solo algunos de la sección “Sábado”, de las seis que tiene el poemario, desmienten esa brevedad—, fragmentarios y versiculares. Gamoneda vuelve a conjugar en Libro del frío un poso de sentimientos sombríos —el peso de la enfermedad, la cercanía de la muerte, la levedad del tiempo que nos corresponde, la fragilidad existencial— con un verbo encendido, a veces hasta exaltado, siempre sensual y, aunque enredado en tinieblas, polícromo, simbólico y figurativo a la vez. Otro gran poeta, Tomás Sánchez Santiago, firma un prólogo, como la palabra de Gamoneda, luminoso. En él describe Libro del frío como “un relato despedazado y sobrecogedor al que uno asistía atónito, con la conciencia erizada y los sentidos afilados hasta lo insoportable”.  Esto dice un poema de la sección “Pavana impura”:

Busco tu piel inconfesable, tu piel unida por la tristeza de las serpientes; distingo tus asuntos invisibles, el rastro frío del corazón.

Hubiera visto tu cinta ensangrentado, tu llanto entre cristales y no tu llama amarilla,

pero mi sueño vive debajo de tus párpados.

«En el jardín invisible» / Jorge de Arco reseña ‘Libro del frío’ de Gamoneda

Haz un click para leer la reseña de Jorge de Arco sobre Libro del frío de Antonio Gamoneda, publicada en el diario digital Viva Jerez el 16-1-2023.

‘Libro del frío’, de Gamoneda, entre los 11 recomendados por El Placer de la Lectura (2023)

«Libro del frío», de Antonio Gamoneda, recientemente reeditado por Galaxia-Gutenberg, es uno de los 11 libros recomendados esta segunda semana de enero de 2023 por la revista El Placer de la Lectura.

«El libro del frío, de Antonio Gamoneda (Ed. Galaxia Gutenberg)», por Luis Artigue

Por LUIS ARTIGUE
[Artículo publicado en El Taquígrafo, el 9 de enero de 2023)

La noche, como las calles estrechas, promueve el amor y la delincuencia en la misma medida.

De modo semejante, el frío (ahora que estoy en León “en una casa que estuvo dedicada a la labranza y a la muerte” y celebrando familiarmente, familiarmente pero sin mi madre ya muerta, la Navidad, o celebrando lo que en la Navidad hay de sagrado, de la magia de lo repetido, y, por decirlo con T. S. Elliot, de la importancia que para la civilización tienen las formas), he de decir que, en invierno, el universal frío de León es un atávico generador de poesía.

Y lo es no sólo porque el frío constituye una eterna invitación al recogimiento, y al intimismo, y al reconocimiento tácito de que “bajo las águilas silenciosas la inmensidad carece de significado”. También porque tal frío promueve la adicción a los abrazos y al orujo en la misma medida…

“He llegado, por fin; éste no es mi lugar pero he llegado”.

Y sí, el frío de León ahuyenta a los exhibicionistas como bien nos enseña el recién reeditado Libro del frío de Antonio Gamoneda (Ed. Galaxia Gutenberg).

De hecho aquí soy hoy “el vigilante de la nieve” por eso; porque el universal frío de León hace de nuestra piel corteza de roble; este frío duro y vivificante que convierte a los niños en hombres y a las heridas en cicatrices, el cual me hace confesar que –por decirlo con el título de otro hermoso poemario de Julio Llamazares– son “memoria de la nieve” mis raíces, mi infancia y toda mi adolescencia. Y por eso, ahora, en Navidad, hace un frío que pela porque se te echa mucho de menos, vieja, y necesito mucho por tanto la poesía para que te regrese (gracias, oh Antonio Gamoneda, capitán, mi capitán)…

¡Cuando la nieve empezó a cuajar tú apareciste!

Gracias a este lírico frío reconozco que, como por influencia eterna del Libro del frío  de Antonio Gamoneda (en la reedición de la editorial Galaxia Gutemberg el libro es el mismo de otras veces, no está rescrito ni retocado tal y como este autor acostumbra en cada redición de su obra, sí, es el mismo de otras navidades, pero no te pierdas el iluminador prólogo del estudioso Tomás Sánchez Santiago), a veces el mundo interior y el mundo exterior se reúnen dentro de mí y se hacen poesía: todo para celebrar con gratitud eterna la ausencia latente de mi madre en esta casa y esta calle en la que “una vecina lava la ropa fúnebre, y sus brazos son blancos entre la noche y el agua”.

Y es que la poesía (me refiero a la poesía vivísima que, como la ideología, llena las calles de violencia y conciencia) tiene como uno de sus principios precisamente ése: un ser humano perdido en los misterios de su cuerpo es el poeta; un ser humano a la intemperie haciendo frente al frío de la existencia al propiciar con su escritura la reunión de las conciencias y el no menos decisivo encuentro de los cuerpos “y su gemido entre los restos de la música”…

Gamoneda en Diario de León: «Reescribiré todo lo que pueda»

Por PACHO RODRÍGUEZ
Publicado en Diario de León el 20 de diciembre de 2022

Hay una reunión en León tan secreta que sus participantes, conscientes de ello, la hacen sin esconderse, a la vista de todos, de día y al calor del vino de la lucidez. Como un reincidente, se trata de ir con complejo de intruso, como aquella vez al Café Gijón a ver a Manuel Vicent tal cual se saluda a un delantero centro de la literatura. Pero esa es otra historia. ¿Quién no lo ha hecho cuando la magia de leer a alguien es un arrebato? Hay veces que sería pecado no pecar y hay que ir. Aquí, el delantero centro con olfato goleador y saboreador es el poeta Gamoneda. Controla y dispara con precisión. Se entra por la rendija de la generosidad de los demás participantes y se llega al lugar exacto. Ahí están Antonio Gamoneda y Alejandro Vargas. Solos o en compañía de otros.

Libro del frío cumple 30 años y Galaxia Gutenberg lo celebra con una reedición acompañada por un prólogo de Tomás Sánchez Santiago. Y ahí están los versos eternos de este libro clave en la trayectoria del poeta nacido en Oviedo en 1931. Deslumbrantes: Hubo un tiempo en que mis únicas pasiones eran la pobreza y la lluvia. / Ahora advierto la pureza de los límites y mi pasión no existiría si supiese su nombre.

Cumple años este libro en estos tiempos en los que si lo que ha pasado no ocurrió hace 30 es que pasó antes. Pero hay en Gamoneda algo que avanza desde el matiz. Presenta Galaxia la nueva publicación: Libro del frío. Y localiza el tiempo: 1986-1992, 1998, 2004 y 2016. Y surge entonces un Antonio Gamoneda que, ante la pregunta de cómo recordaba el libro, ayer mismo decía: «Yo no he sido de releerme. Pero ahora estoy empezando a releerme. Releerme para reescribirme», anuncia. «Y aunque no tenga ninguna prisa por irme, os voy a dejar un barullo…», remata. «Que casi no se sepa por dónde tirar», sentencia.

Como eche la vista (en este caso la lectura) atrás, hay material de tanta potencia que le resultará fácil acertar pero difícil elegir. Aún así, asegura Gamoneda que «reescribiré todo lo que pueda. Inédito, escrito y reescrito», añade, como si deseara ejercer una mirada panorámica en donde se intuye que más que un reordenar su obra se trata de alcanzar la coherencia del tiempo y el yo.

Porque cuestiona el autor de Edad, Sublevación Inmóvil o Blues castellano: «¿Qué tienes que ver con el que eras hace 35 años? ¿Por qué exigirle a tus obras lo que no eres capaz de sostener cuando el tiempo ha pasado?», se pregunta y, por supuesto, la respuesta queda en el viento de la propia intención de Antonio Gamoneda como cosa suya. Asunto suyo será: «Yo he dejado de ser yo y empezado a ser otro tantas veces…», asegura.

Tal vez, cuestionar el porvenir tenga en el pasado la mejor materia prima, pero en el caso del Antonio Gamoneda vital, el de ayer, la mejor fórmula está en el presente. Porque no olvidemos que esto era una reunión secreta a voces calmadas. Vega, Escobar, Amancio, Artigue… artífices también de esta fusión generacional. Un lugar privado para aprender cosas serias: «El orden es este: El vigilante de la nieve, la tortilla y el taxi». Será cuestión de poner en su lugar las prioridades para encontrar a día de hoy a un pletórico poeta Antonio Gamoneda en su edad. Presentarlo así con el optimismo de quien cultiva la curiosidad y la amistad. Un premio Cervantes, el más alto de las letras españolas, que aún prefiere la alfombra real de las calles de León.

:: En palabras de Sánchez Santiago

‘Esto era el destino: llegar al borde y tener miedo de la quietud del agua’. Destino, borde, quietud… A la creciente perturbación de una lectura sostenida en un itinerario de dolorosa vehemencia se une, seguramente sin sospecharlo el poeta, una de difícil serenidad que también ha de empañar a quien ha sentido mientras leía una de esas experiencias que nos revelan a la vez nuestra fragilidad insoportable y la fortaleza que pasa por aceptarnos irremediablemente como criaturas intermedias, suspendidas entre el absoluto de dos vacíos sin nombre. Así volví a sentirme treinta años después, restregado el corazón de nuevo contra este relato nebuloso y atroz y de erizada hermosura que es ‘Libro del frío’. En él, alguien sigue avanzando con sigilo hacia una luz final sin desprenderse de aquello que en la vida le salió al paso y aún continúa resonando con interior estrépito incesante.

Reedición de «Libro del frío», de Antonio Gamoneda

La edición de 2022 en Galaxia Gutenberg.

Su aparición en 1992 fue un hito en la poesía española contemporánea. Treinta años después de su publicación en Siruela, la editorial Galaxia Gutenberg recupera uno de los libros fundamentales de la poesía española contemporánea: ‘Libro del frío’, de Antonio Gamoneda.

La reedición de este libro se enriquece con una invitación a la lectura por parte del poeta y crítico Tomás Sánchez Santiago, uno de los especialistas que más y mejor ha frecuentado la obra de Gamoneda.

En las páginas de ‘Libro del frío’, la escritura a la vez memorable, hímnica y fragmentaria del poeta Antonio Gamoneda ingresa en un espacio de máxima intensidad y depuración expresivas, movida por una vivencia implacable del tiempo según la cual «ayer y hoy son ya el mismo día en mi corazón».

:: Sobre «Libro del frío»

Portada de la primera edición, de 1992.

«Antonio Gamoneda se aproxima a los últimos bordes de la experiencia, allí donde la comprensión no alcanza, y la hace transitable, la puebla con alas de gavilán, robles musicales, frutos negros. El lector que entra en este paisaje no necesita descifrar cada símbolo como si fuera un número. Los enigmas de la poesía de Gamoneda, sus raros animales —el animal del llanto, el animal perfecto—, son, por el contrario, los que ponen nombre a la realidad interiorizada del lector, cubriéndola de verdad y de conocimiento.

Libro del frío se presenta como un viaje: comienza con la descripción de un territorio («Geórgicas»), señala luego la necesidad de partir («El vigilante de la nieve»), se detiene en el medio («Aún»), busca amparo en la piedad del amor («Pavana impura») y alcanza el descanso («Sábado»), la víspera de una desaparición que puede ser muerte blanca o principio de la serenidad.» [De la solapa de Libro del frío en Siruela, 1992)

«Frío de límites,» los veinte poemas que se incorporan a Libro del frío, representa una ampliación del espacio que, en el libro, se abre a la contemplación de la inexistencia. Es la reunión de los últimos símbolos ante la luz de la desaparición.» [En la nueva edición, Galaxia Gutenberg, 2022]

«El animal perfecto es feliz…», un poema de Gamoneda en ‘La esquina interior’ (2005)

Este poema de Antonio Gamoneda, perteneciente a Libro del frío, se publicó en La esquina interior (Pliegos malagueños de poesía), nº 5, 2005, con una ilustración de Lourdes Murillo en la portada:

«Antonio Gamoneda: Frío», por Guillermo Saccomanno

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Por GUILLERMO SACCOMANNO
Artículo publicado en Página 12 (Argentina), el 18 de octubre de 2020

Antonio tiene cinco años en 1936. España es un país arrasado por la Guerra Civil. Aunque fue parido en Oviedo, la madre viuda lo cría en la que será su tierra de adopción, la zona obrera y ferroviaria de León, en el linde con lo rural. El hambre, la intemperie y la persecución, la muerte acechando las ventanas. Las escuelas están cerradas. El libro que el chico tiene como aprendizaje de lectura, un libro de poemas, se llama “Otra más alta vida”. Lo escribió su padre, que se llamaba como él y murió cuando tenía un año. Ese libro será su principio y también su herramienta porque, como el padre, se hará poeta. «Considero imposible que, con la muerte por medio, pueda darse una relación más real entre un padre y un hijo que la que aconteció en mi infancia», diría más tarde. Esto, para empezar, como arranque en una aproximación a Antonio Gamoneda, el estilista mayor de la poesía española contemporánea que, en la actualidad, tiene [casi] noventa años y termina de publicar su segundo libro de memorias. Pero volvamos atrás. En el 41 asiste a un colegio religioso que abandona en el 43. Ingresa como empleado en un banco y pasa de un puesto a otro durante veinticuatro años. Su poesía madura, participa en algunas revistas literarias, se casa, tiene tres hijas. En tanto, la autodestrucción, el suicidio, la locura y el envilecimiento dispersan a sus amigos antifranquistas.

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‘Livro do frio’, primer libro de Antonio Gamoneda que se publica en Brasil, con traducción y prólogo de Saturnino Valladares

‘Livro do frio’ [‘Libro del frío’], traducido y prologado por Saturnino Valladares (Lugo, 1978), acaba de aparecer en Brasil, publicado por Editora Valer (Manaos, 2020). Se trata del primer libro de Antonio Gamoneda editado en este país sudamericano.

Por gentileza de su autor, que desde 2013 trabaja como profesor en la Universidade Federal do Amazonas (UFAM), reproducimos el prólogo tal y como aparece en el libro, en portugués:

ANTONIO GAMONEDA: A BRANCURA DO FRIO

Por SATURNINO VALLADARES

Antonio Gamoneda é um poeta provinciano de vocação. Nasceu em Oviedo em 1931, mas, depois da morte de seu pai, mudou-se com sua mãe para León em 1934. Aprendeu a ler no único livro que havia em sua casa, Outra mais alta vida, um livro de poemas que publicara seu pai em 1919. Nesta obra a criança descobriu simultaneamente o significado das letras e uma linguagem que não pertencia à comunicação coloquial.

Com frequência, Gamoneda sentenciou que a poesia, sua poesia, “é o relato de como se avança para a morte, mas, simultaneamente, é também a arte de provocar prazer neste relato”. Arte da memória na perspectiva da morte, portanto, capaz de alcançar prazer mesmo no sofrimento. Partindo desta abordagem vital, não é estranho que o autor entenda que a poesia não é literatura, pois enquanto esta se erige sobre a ficção, aquela o faz sobre a realidade de nossa própria vida. Não obstante, é no processo de criação que Gamoneda descobre seu pensamento poético: “Eu não conheço meu pensamento enquanto não me dizem minhas próprias palavras”.

Relacionado cronologicamente com o chamado Grupo poético dos anos 50 –“a inexistente geração dos anos 50”, como muitas vezes afirmou–, só manteve relações com os seus autores canônicos muitos anos depois das estratégias promocionais do grupo, pois Gamoneda não foi convidado a participar na homenagem a Antonio Machado em Collioure em 1959, nem na antologia Vinte anos de poesia (1939-1959), de Josep Maria Castellet, nem na coleção de poesia crítica Colliure, dirigida por Jaime Salinas, onde estes escritores deram a conhecer sua obra comprometida. O primeiro membro do grupo que conheceu foi Claudio Rodríguez, no final da década de 70, e o último foi José Angel Valente[1] em 1996 – embora se cumprimentassem em 1975, como mostra sua correspondência[2] –. Dois traços característicos dos autores do Grupo poético dos anos 50 são sua condição burguesa e universitária. Aqui reside uma das grandes diferenças formativas entre estes poetas e Gamoneda, pois este provém da cultura da pobreza e nunca cursou estudos universitários.

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Fabián Panisello recita a Antonio Gamoneda

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Fabián Panisello es un prestigioso compositor y director argentino-español, fundador de la formación PluralEnsemble y director de la Escuela Superior de Música Reina Sofía y del Instituto Internacional de Música de Cámara de Madrid.

El poema de Antonio Gamoneda que recita en este vídeo forma parte de su trabajo “Libro del frío”, editado por VERSO (2011), con la soprano Allison Bell y el Ensemble Meitar.

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«Contemplación del destino»

Fotografía de José Antonio Robés para «El vigilante de la nieve» de Antonio Gamoneda.

Contemplación del destino

Estoy desnudo ante el agua inmóvil. He dejado mi ropa en el silencio de las últimas ramas.

Esto era el destino:
Llegar al borde y tener miedo de la quietud del agua.

ANTONIO GAMONEDA
(De Libro del frío, 1986-1992, 1998 y 2004)

 

Diez poemas del ‘Libro del frío’ de Gamoneda traducidos a cuatro idiomas en la página alemana Lyrik -line

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21 de Marzo / Un poema de «Libro del frío», de Gamoneda

© Fotografía: Eloísa Otero.

:: Poema de «Libro del frío»

El animal del llanto lame las sombras de tu madre y tú recuerdas otra edad: no había nada dentro de la luz; sólo sentías la extrañeza de vivir. Luego venía el afilador y su serpiente entraba en tus oídos.

Ahora tienes miedo y, de pronto, te embriaga la exactitud: la misma fístula invisible está sonando bajo tu ventana: ha venido el afilador.

Oyes la música de los límites y ves pasar al animal del llanto.

ANTONIO GAMONEDA

PALABRAS PARA GAMONEDA de AMELIA GAMONEDA LANZA

Amelia Gamoneda.

 [Artículo publicado en el número 4 de la revista Minerva, editada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid en 2007, dentro del dossier dedicado a Antonio Gamoneda

Huyen heridas por el amanecer, laten sobre las aguas y su blancura se abre en ti: avefrías.
Viajan de lo visible a lo invisible. Ya
sólo hay invierno en las ramas inmóviles.

Libro del frío, 6. Frío de límites (1986-1992)

Por AMELIA GAMONEDA LANZA

El paisaje y sus formas se dicen con palabras que, a su vez, tienen forma. En ella germinan otros posibles paisajes. Así viaja la poesía: de lo denotado a aquello que no tiene nombre, de lo visible a lo invisible.

Una huída, una desaparición abre la visión de la blancura en esa voz que se mira a sí misma y se tutea: las aves que van hacia lo invisible (aquí avefrías, en otro lado palomas) abren sus alas –las AV(r)E(n)– y su blancura se abre en los ojos.

Los ojos quedan abiertos, heridos de la herida de las aves: la blancura del amanecer hirió y tiñó de blanco a éstas; y ellas tiñen y hieren (abren) con su blancura a los ojos: alba sangre que late, fluye, huye.

Lo que se abre –lo que se AV(r)E– en los ojos del que mira es –otra forma del blanco– el frío: ave/frías. Ellas viajan de la blancura visible al frío invisible. La blancura se muestra: huye, late, viaja; el frío, no: hurta la presencia, desnuda, inmoviliza: Sólo hay invierno en las ramas inmóviles.

En las ramas no hay aves, no hay hojas, sólo ramas. Tras la visión del vuelo de las aves, tras la apertura de su blancura en forma de alas (tan parecidas a hojas de un libro abierto) viene lo invisible: lo que queda inmóvil es el frío, lo que queda abierto es el Libro del frío.

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«Una poética de la finitud» / Reseña de ‘Libro del frío’ por Rafael Narbona (2003)

Libro del frío
ANTONIO GAMONEDA
Ed. Siruela, Madrid, 192 págs.

Una poética de la finitud

Por RAFAEL NARBONA
(Reseña publicada en Revista de Libros el 01/08/2003)

Hijo de un poeta menor, Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) ha sido vinculado a la generación del cincuenta, pero la originalidad de su obra apenas tolera su inclusión en un grupo poético que ni siquiera acepta la comunidad de supuestos estéticos. Al margen de la polémica sobre las generaciones literarias, no es difícil advertir que las referencias de Gamoneda no coinciden con las de la Escuela de Barcelona. La primera discrepancia es de carácter social. La prematura desaparición del padre y la Guerra Civil se encargarán de despojarlo de cualquier privilegio, incluida una biblioteca con primeras ediciones autografiadas de Darío y Valle-Inclán. Gamoneda crece en un hogar obrero y se incorpora tempranamente al mercado laboral, desempeñando un trabajo irrelevante en una entidad bancaria. A diferencia de Barral y Gil de Biedma, su poesía no tendrá que abominar de un linaje burgués. Sin embargo, la experiencia de la pobreza no desemboca en una militancia descarnada. Gamoneda aprenderá de Nazim Hikmet que «la poesía no es social ni poesía si no se hace en un lenguaje de la especie poética» (El cuerpo de los símbolos, 1997, pág. 89). Esta enseñanza se reflejará en un lenguaje altamente condensado, donde la percepción de la injusticia no excluye un pesimismo existencial que se expresa mediante símbolos. Esto nos lleva a la segunda diferencia con los poetas catalanes del cincuenta. Gamoneda se aleja del registro coloquial que había introducido la influencia del último Cernuda. Frente a la evocación biográfica de Barral, Goytisolo o Gil de Biedma, Gamoneda utiliza el símbolo y la elipsis para aludir a su vida, que comparece en el poema mediante objetos en los que se ha borrado la referencia anecdótica. Al eliminar ese dato, aparece el hermetismo que se ha reprochado a Gamoneda. Esta oscuridad no se resuelve mediante un ejercicio hermenéutico, donde se establezcan las equivalencias correspondientes, pues Gamoneda considera que el símbolo es una realidad autónoma y no una imagen vicaria, subordinada a una exégesis que la despoje de su misterio.

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Fotografías de Robés sobre poemas de Antonio Gamoneda

Fotografía de José Antonio Robés para «El vigilante de la nieve».

«El vigilante de la nieve»
Fotografías de Robés sobre poemas de Antonio Gamoneda

El vigilante de la nieve es una de las obras poéticas más emblemáticas de Antonio Gamoneda, Premio Cervantes 2006. Incluye once fragmentos pertenecientes al Libro del frío (Ediciones Siruela, 1992).

José Antonio Robés ha creado una colección fotográfica exclusivamente para El vigilante de la nieve. Ambos autores han querido compartir su obra, fusionar sus creaciones que, de manera individual, han realizado sobre un mismo eje.

La fotografía de Robés en El vigilante de la nieve está realizada desde la serenidad, en ellas se escucha el silencio, el susurro de los versos de Gamoneda. Es una obra conceptual, casi minimalista, donde las sensaciones y los sentimientos se proyectan en una fotografía pura en blanco y negro, realizada aún con negativo químico.

No tiene lugar ni tiempo conciso, es un sueño, un estado espiritual, una ráfaga. Es una creación en la que Robés ha trabajado durante años y con extremo cuidado, cuidando la estética purista que cierra el círculo de once imágenes equilibradas entre sí junto a la obra poética.

La fusión con el poema de Gamoneda confiere a esta obra una dimensión en la que fotografía y poesía se complementan y proyectan una visión global y matizada de estas dos expresiones artísticas.

  • Nota: La exposición de fotos de Robés se ha podido ver en distintintos luegares, uno de ellos el Museo de la Universidad de Alicante MUA (donde se pudo contemplar desde el 18 de enero al 19 de febrero de 2017).

‘Gamoneda: La construcción del olvido’, por JORGE FERNÁNDEZ GONZALO, en ‘452º Fahrenheit’ (2011)

‘ANTONIO GAMONEDA:
LA CONSTRUCCIÓN DEL OLVIDO’,

En (haz click:) 452º Fahrenheit. Revista electrónica de teoría de la literatura y literatura comparada, 4 (2011), pp. 56-67.

Por JORGE FERNÁNDEZ GONZALO

Resumen.- Nuestro estudio trata de analizar el concepto de memoria y olvido en la producción poética de Antonio Gamoneda a través de obras como ‘Descripción de la mentira’, ‘Lápidas’, ‘Libro del frío’ o ‘Arden las pérdidas’, y en relación al período histórico que le tocó vivir al autor.

0. La poesía de Antonio Gamoneda

Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) fue un poeta «olvidado» durante mucho tiempo por lo que a manuales de literatura y antologías al uso se refiere. Sin embargo, los últimos años han servido para relanzar su carrera y situarla junto a otros autores de su generación como son Ángel González, Claudio Rodríguez o José Ángel Valente. La obtención del premio Cervantes en 2006 serviría para culminar una trayectoria que se había iniciado con un puñado de poemas publicados en revistas bajo el título de La tierra y los labios (1949), y con el libro Sublevación inmóvil, accésit del prestigioso premio Adonáis, en 1960. Sin embargo, muchos de sus siguientes libros sufrieron o el parón de la censura, como es el caso de Blues castellano (que no se publicaría hasta veinte años después de su confección), o cierto prestigio académico que no se tradujo en éxito mediático, como en uno de sus principales poemarios, Descripción de la mentira (1977), sobre el cual hablaremos detenidamente en estas páginas. Sus libros mayores, Libro del frío y Arden las pérdidas, constituyen un soplo de aire fresco para un panorama literario anclado a menudo en fórmulas consabidas, en modas, pero no en poetas auténticos, en obras de relieve.

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«Un bosque se abre en la memoria…» / Gamoneda en Palabra Virtual

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Haz un click en la imagen para escuchar a Antonio Gamoneda leyendo el poema…

«Las músicas de GAMONEDA», por ILDEFONSO RODRÍGUEZ

El poeta y músico leonés Ildefonso Rodríguez.

El poeta y músico leonés Ildefonso Rodríguez.

[El siguiente texto fue leído, en una primera versión, en Buenos Aires, en el Instituto de Cooperación Iberoamericana (AECI), el 22 de noviembre de 2000. Y publicado en el número 2, primavera del 2001, de la revista «La Pecera», dirigida por el poeta Osvaldo Picardo, de la Universidad de Mar del Plata.

Una nueva versión ampliada —el texto que reproducimos a continuación— se publicó posteriormente en la revista de Extremadura «Espacio/Espaço Escrito», dirigida por Ángel Campos, números 23 y 24, Badajoz, 2004;  en el dossier dedicado a Gamoneda y coordinado por Miguel Casado.]

LAS MÚSICAS DE GAMONEDA

Por ILDEFONSO RODRÍGUEZ

Cuando relacionamos poesía y música, más allá de la discusión teórica, y más allá de ser siempre una relación resbaladiza, deberíamos ante todo atender a los testimonios que de ella nos dan los propios poetas, sus modos de implicar los datos musicales en la escritura. Así, oigamos, para empezar, dos de esos testimonios, entre los muchos que podríamos mostrar, dos principios de autoridad.

Rubén Darío ha escrito a propósito de Unamuno: «En Unamuno se ve la necesidad que urge al alma del verdadero poeta de expresarse rítmicamente, de decir sus pensares y sentires de modo musical… Lo que resalta en este caso es la necesidad del canto».

Ahora Baudelaire: «¿Quién de nosotros no ha soñado, en sus días ambiciosos, con el milagro de una prosa poética, musical, sin ritmo ni rima, lo suficientemente flexible y dura como para adaptarse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño y a los sobresaltos de la conciencia». Y en El poema del haschis, se lee: «La gramática, incluso la árida gramática, resulta algo así como un hechizo evocador; las palabras resucitan revestidas de carne y hueso; el substantivo, en su majestad sustancial; el adjetivo, ropaje transparente que lo viste y colorea como una veladura; y el verbo, ángel del movimiento, que da a la frase la oscilación».

Creo que la escritura de Gamoneda se funda en una poética de la circularidad, lo que en otro lugar he llamado memoria de la memoria. El lector sufre un vértigo, cree estar ante la inminencia de una revelación absoluta; pero ésta queda conjurada circularmente: es el relato de un suceso oculto que centellea, se transparenta, pero permanece innominado. ¿Dónde? «El palimpsesto de la memoria es indestructible», ha escrito Gamoneda. Circularidad de los gestos, casi podríamos decir un sistema de fractales. Por ejemplo: la palabra armario genera una imagen que se repite a lo largo de los años, adquiere la categoría de un símbolo (aunque se simbolice a sí misma, en el sistema poético de Gamoneda: el armario). En distintos libros hemos leído: «El dios que llora en mis armarios». «Dime qué ves en el armario horrible». O algo como: «No hagas incesto en los armarios, guárdate: albergan asma, atribución, espíritus, quizá días y alas desesperadas». Palabra, imagen, símbolo, el armario pronto reaparecerá con una centralidad decisiva, pues el libro de memorias en el que Gamoneda está trabajado parece que se titulará Un armario. Sombras. Y del mismo modo podríamos leer, por ejemplo, las palabras luz o miedo, fractales, dos nudos decisivos de esa trama o sistema poético al que me estoy refiriendo. Un pensamiento que procede por ondas expansivas, a partir de datos de repetición y variación. «Las ondas de un narcótico calmo», como escribió Mallarmé. Son leivmotivs, obsesiones: «La majestad obsede en círculos». Es el impulso de la repetición interior (repetición convulsiva), el retorno de lo mismo. Y es, también, la necesidad de las variaciones, la reescritura permanente. Ese gran impulso es de naturaleza musical, engendra música, mediante dos vías: las ondas del pensamiento poético, con núcleos obsesivos. Y ciertas palabras que aparecen casi como talismanes o conjuros.

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Gamoneda en italiano

Tres son los libros de Antonio Gamoneda traducidos en los últimos años al italiano. La antología poética Solo luz (traducida por Sara Zanghi), Libro del frío (en traducción de Valerio Nardoni) y Un armario lleno de sombra (traducido por Carlo Ferrucci.

  • Solo luce : antologia poetica 1947-1998
    Antonio Gamoneda ; a cura di Sara Zanghì ; consulenza di Esteban Guerreiro.
    Roma : Empirìa, 2009.
  • Libro del freddo
    Antonio Gamoneda ; a cura di Valerio Nardoni.
    Roma : Città Nuova, 2010.
  • Un armadio pieno d’ombra
    Antonio Gamoneda ; a cura di Carlo Ferrucci.
    Roma : Editori Riuniti university press, 2012.

Un forte senso etico ed estetico contraddistingue la poesia di Antonio Gamoneda, densa di forza evocativa e rappresentativa di figure e di immagini, di simboli e significati. Poesia attraversata da sofferenza e solitudine che vanno oltre l’esperienza soggettiva e rimandano a condizioni collettive e storiche, come molti testi portatori di una valenza di impegno sociale e politico. Un’opera che l’autore ama definire un racconto nel quale la realtà e il simbolo sono inseparabili.

«El lugar amarillo», prólogo de Pierre Peuchmaurd para la 2ª edición francesa de ‘Livre du froid’ (‘Libro del frío’)

Pierre Peuchmaurd.

Pierre Peuchmaurd.

Sobre Pierre Peuchmaurd

El 12 de abril de 2009, en  Brive (Corrèze), falleció de un cáncer de pulmón Pierre Peuchmaurd (1948), sin duda uno de los poetas franceses más decisivos del último medio siglo. En castellano han aparecido únicamente dos largos poemas:  “Historia de la Edad Media” (traducido por Martine Joulia, El Signo del Gorrión, número 23, Invierno 2001) y “Toro” (traducido por  Louis-François Delisse, con la colaboración de Martine Joulia et Jean-Yves Bériou, edición bilingüe, Myrddin, Brive, 2004).

Pierre Peuchmaurd es el autor de un hermoso prólogo a la segunda edición francesa del «Livre du froid» («Libro del frío») de Antonio Gamoneda (trad. por Martine Joulia et Jean-Yves Bériou, Editions Antoine Soriano, 2005). El texto, titulado ‘El lugar amarillo’, ha sido traducido para Faro Gamoneda por el poeta y músico leonés Ildefonso Rodríguez.

«EL LUGAR AMARILLO»

Por PIERRE PEUCHMAURD

El frío es cuando todo ya ardió. Cuando el fuego lo ha besado todo, todo lo abrasó. Todo enrasado.

O es una lenta parálisis, una gangrena de hielo que va apagando el corazón y sus atributos, como parece que hace la belladona.

El frío se dice con una voz mate, mineralizada por la combustión, como los huesos se hacen piedra bajo las razones y bajo los propósitos.

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