Nazim Hikmet

Gamoneda, en la Fundación Nazim Hikmet (Estambul, 2008)

Antonio y María Ángeles en la Fundación Nazim Hikmet, Estambul, febrero 1008.

Antonio Gamoneda visitó la Fundación Cultural Nazım Hikmet el 13 de febrero de 2008, durante un viaje a Estambul, invitado por el Instituto Cervantes, en compañía de su mujer María Ángeles Lanza.

Gamoneda, que tradujo al español versos del poeta turco Nazim Hikmet (1902-1963) en los tiempos de la dictadura de Franco, comentó durante esta visita que se encontró con la poesía de Nazim por primera vez en la traducción francesa de Hasan Güreh (Sabahattin Eyuboğlu), y que esos ejemplos franceses fueron los que tradujo en un principio.

Antonio Gamoneda en la Fundación Nazim Hikmet, Estambul, febrero 1008.

Un texto de Gamoneda sobre la histórica revista leonesa de poesía «Claraboya»

Portada del libro «Claraboya y sus amigos» (Eolas Ed.)

Los queridos ‘claraboyos’, el ‘entonces’,
mi mala memoria, etcétera

Este texto de Antonio Gamoneda sobre la histórica revista leonesa de poesía «Claraboya» apareció publicado en Diario de León (en el suplemento El Filandón), el 20 de octubre de 2013, y se reprodujo más tarde en el libro colectivo «Claraboya y sus amigos. Una aventura poética renovadora» (Eolas Ediciones, León, 2014).

Por ANTONIO GAMONEDA

Claraboya, una revista de poesía bien nacida hace medio siglo en León y no tan bien fallecida menos de cinco años después. Una revista de poesía, sí, pero no faltaban en ella el leve o contundente trazo de los dibujos, ni las prosas, críticas o no, ni (para dar una pista, hacer un guiño, algo, en razón de la sustancia política de aquellos años y sólo por ello, voy a entrecomillar la palabra) el «pensamiento». ¿Sus fundadores? Podrían ser más de los que voy a nombrar, pero, por un no sé qué, voy a limitarme a los jóvenes poetas entonces en ejercicio, que eran Agustín Delgado, Luis Mateo Díez, Ángel Fierro y José Antonio Llamas. ¿Directores? Lo serían todos, aunque inicialmente –supongo que para el buen parecer a los ojos de las «autoridades»– figurase como tal Bernardino M. Hernando, un inteligente buen muchacho, cura ya progresista en el entonces de entonces. Todos cuatro o todos cinco, como se prefiera o deba ser, estaban muy bien nutridos –intelectualmente, quiero decir– por las serenas y sabias lecciones de otro cura, el inolvidable don Antonio –don Antonio González de Lama–, que ya tenía ofrecido su magisterio en la antecedente Espadaña, revista también leonesa y también importante para la poesía española, que lo fue a lo largo del segundo quinquenio de los cuarenta.

De don Antonio decía. Inolvidable, ciertamente. Vaya usted a saber por qué, no era muy querido por la mayor parte del clero local, aunque de éste, los que eran sus amigos, lo eran en grado superlativo. La verdad era que, salvo las ensotanadas excepciones que digo, todo León le quería, le queríamos.

Pero a lo que iba. El aleccionamiento de mis queridos «Claraboyos» por parte de don Antonio, hubo de ser en el seminario, por el que, pienso con posible acierto, pasaron todos ellos brevemente. En cuanto a mí (diez o más años mayor que ellos, demasiado joven para Espadaña y demasiado viejo para Claraboya), cercano en los afectos, no tenía nada que enseñarles; fui un amigo «exterior», salvadas algunas colaboraciones y reuniones ocasionales. Voy a contar algo de estas. Con la insegura memoria que ya tengo avisada.

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Discurso de ANTONIO GAMONEDA al recibir el PREMIO CERVANTES 2006

[Discurso pronunciado por ANTONIO GAMONEDA en la Universidad de Alcalá de Henares, el lunes, 23 de abril de 2007, al recibir el Premio Cervantes 2007.

En el archivo de rtve.es se puede ver un vídeo y escuchar el discurso íntegro]

Archivo rtve.es.

Archivo rtve.es.

Majestades, Señor Presidente del Gobierno, Señora Ministra de Cultura, Señor Rector de la Universidad de Alcalá de Henares, Autoridades estatales, autonómicas, locales y académicas, señoras, señores, amigas, amigos: Quiero, antes de entrar en mi exposición, dirigirme al Jurado que pensó en mí para conceder este reconocimiento. Por respeto a su autoridad crítica, no diré que el galardón me sobrepase. Únicamente, con emoción, muchas gracias.

Señor:
Recibir de manos del Rey de España el Premio Cervantes, ciento cuarenta y cuatro días después de que Su Majestad La Reina me conmoviese en una circunstancia que ha resultado premonitoria, es un hecho cierto que, habiendo ocurrido ya en mi vida, permanece, sin embargo, en el espacio de lo increíble.

Increíble y cierto. Han venido a mí estas dos palabras y, de inmediato, me he dado cuenta de que, sin saberlo ni dejar de saberlo, ya estaba hablando de mis causas y convicciones. Increíble y cierta es también, en su esencialidad, la poesía.

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«Tarareando Nazim»

Nazim Hikmet

El poeta Nazim Hikmet.

TARAREANDO NAZIM

Tengo ruidos en la nuca, doctor.
Siento el cráneo apretar y crujir,
sobre todo si hay penas. No sé…
Hace ya siete años, doctor,
que en vez de pensamiento tengo un ruido
y una pasta muy triste en la cabeza.

Yo haré lo que me diga; yo tendré
paciencia y confianza. Puede ser.
Yo tomaré las medicinas
para poder pensar en mis amigos.

Pero si lo que ocurre, doctor,
es que tengo algún mal que se produce
a causa del amor
y el pensamiento de la resistencia,
entonces, déjelo; esto no es
más que nuestro sonido natural.
Yo viviré
mejor con este ruido en la cabeza.

ANTONIO GAMONEDA
(Del libro ‘Blues castellano’)

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* Nazim Hikmet (1902-1963), poeta turco que escribió buena parte de sus poemas en prisión, tras ser acusado de revolucionario por las autoridades.
Este escritor fue referente poético y moral para muchos poetas españoles durante los años 60. Gamoneda lo traduce, y este poema suyo recuerda a uno del poeta turco, titulado ‘Angina de pecho’.