Poemas de Gamoneda

«[Sobre excremento de rebaños…]», un poema de ‘Libro del frío’, de Gamoneda

Un cuadro «S/T 2022» del pintor leonés Juan Rafael.

:: Un poema de ‘Libro del frío’

Sobre excremento de rebaños, subo y me acuesto bajo
los robles musicales.

Cruzan palomas blancas entre mi cuerpo y el crepúsculo,
cesa el viento y las sombras son húmedas.

Hierba de soledad, palomas negras: he llegado, por fin;
este no es mi lugar, pero he llegado.

ANTONIO GAMONEDA
(De Libro del frío)

«Conozco al pájaro verdugo…», un poema del libro ‘Arden las pérdidas’ de Gamoneda

Antonio Gamoneda recita el poema «Conozco al pájaro verdugo…», del libro Arden las pérdidas (Tusquets, 2003)

Créditos del vídeo:
First published in ‘Brandend Verlies’, Uitgeverij P, Leuven, 2009
Translation © Robin Myers, 2010
First published on PIW, 2010
Produced by Beeldrecensies for Poetry International Web, 2010.
Filmed at the Poetry International Festival, Rotterdam, June 2010.

Amelia Gamoneda lee poemas de Antonio Gamoneda sobre los «Papiers» de Jean-Louis Fauthoux (2010)

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Amelia Gamoneda lee 12 poemas de su padre, el gran poeta español Antonio Gamoneda, sobre los «Papiers» de Jean-Louis Fauthoux, con motivo de la exposición del artista francés en el Salon du Livre de Pau en noviembre de 2010.

Écrire un mouvement – Thierry Escarmant / Antonio Gamoneda – De L’impossibilité (2010)

Créditos del vídeo:
Poésie / Musique live / Danse
(Texte bilingue Français/Espagnol)
Pour 4 voix dont une au chant, un guitariste, un saxophoniste et une danseuse.

Conception, Mise en scène et Chorégraphie : Thierry Escarmant / Texte : Fanny Avram, Léone Cats et Charley Rose / Danse : Léone Cats / Composition & Interprétation musicales : Ryan Kernoa (Guitare), Frédéric Jouanlong (Voix), Charley Rose (Saxophone) / Habillage & Sonorisation : Stéphan Krieger (AmanitaRecords) / Scénographie et Lumières : Thierry Escarmant / Captation et Montage vidéo : Marie Trolliet et Fabien Bouillaud / / Mixage audio : Benoît Courribet

Filmé le 8 Février 2010 au Grand T à Nantes (Scène Conventionnée Loire-Atlantique). En collaboration avec Le Centre Culturel Franco-Espagnol de Nantes et La Maison de la Poésie de Nantes

Gamoneda lee el poema «Un animal oculto en el crepúsculo…» (Festival de Rotterdam, 2010)

Antonio Gamoneda recita el poema «Un animal oculto en el crepúsculo», del libro Arden las pérdidas (Tusquets, 2003).

Créditos del vídeo:
First published in Arden las perdidas, Tusquets, Barcelona, 2003.
Translation © Robin Myers, 2010.
First published on PIW.
Produced by Beeldrecensies for Poetry International Web, 2010.
Filmed at the Poetry International Festival, Rotterdam, June 2010.

‘Blues del cementerio’, un poema de Gamoneda en la revista Zenda

Haz un click para ir a Zenda…

Blues del cementerio,
un poema de Antonio Gamoneda

Conozco un pueblo —no lo olvidaré—
que tiene un cementerio demasiado grande.
Hay en mi tierra un pueblo sin ventura
porque el cementerio es demasiado grande.
Sólo hay cuarenta almas en el pueblo.
No sé para qué tanto cementerio.

Cierto año la gente empezó a irse
y en muchas casas no quedaba nadie.
El año que la gente empezó a irse
en muchas casas no quedaba nadie.
Se llevaban los hijos y las camas.
Tenían que matar los animales.

El cementerio ya no tiene puertas
y allí entran y salen las gallinas.
El cementerio ya no tiene puertas
y salen al camino las ortigas.
Parece que saliera el cementerio
a los huertos y a las calles vacías.

Conozco un pueblo. No lo olvidaré.
Ay, en mi tierra sin ventura,
no olvidaré a mi pueblo.

¡Qué mala cosa es haber hecho
un cementerio demasiado grande!

[«Abuelo, respiras como un pájaro viejo y…»], un poema de «Canción errónea» (2012)

Pintura del artista leonés Juan Rafael.

~

[«Abuelo, respiras como un pájaro viejo y…]

«Abuelo, respiras como un pájaro viejo y hueles como las flores corrompidas. ¿Por qué

conservas en ti tantas lágrimas?»

Cecilia no me habla así con su lengua rosada, tan parecida a la de las viborillas azules que inoculan un insomnio feliz.

Cecilia me piensa levemente; ignora que yo he entrado en su pensamiento y hasta lo precedo,

pero Cecilia tiene razón: yo soy, sin duda,

un pájaro cansado.

Sí, estoy cansado y desconozco o desprecio cuanto pueda luminoso a no ser sus miradas.

Cuando se acabe mi cansancio, Cecilia dejará de advertir el olor de las flores corrompidas.

ANTONIO GAMONEDA.
Del libro Canción errónea, Tusquets, 2012.

«El animal perfecto es feliz…», un poema de Gamoneda en ‘La esquina interior’ (2005)

Este poema de Antonio Gamoneda, perteneciente a Libro del frío, se publicó en La esquina interior (Pliegos malagueños de poesía), nº 5, 2005, con una ilustración de Lourdes Murillo en la portada:

Olga Rodríguez / Poesía en Bagdad (Antonio Gamoneda y Faik Husein)


[Nota: Reproducimos algunos fragmentos del libro Aquí Bagdad. Crónica de una guerra (Velecio Editores, 2004), escrito por la periodista Olga Rodríguez Francisco (León, 1975), que fue corresponsal de la SER en Bagdad en 2003, durante la guerra contra Irak. Están extraídos de las págs. 274-278, donde se cuenta cómo se sentía la periodista tras la entrada de las tropas estadounidenses en la capital iraquí, las mismas tropas que habían disparado contra el Hotel Palestina provocando la muerte del periodista ucraniano Taras Protsyuk y del reportero gráfico español José Couso.]

«(…) Por la noche, a modo de despedida, nos reunimos en la habitación 503. Pusimos música y bailamos, y cuando lo hicimos nos dimos cuenta de que desde la muerte de Couso, no habíamos escuchado ningún disco, ninguna de esas melodías que nos acunaron durante los bombardeos.

(…) Decidí quedarme más semanas tras la entrada de los estadounidenses porque necesitaba contar lo que estaba ocurriendo: los saqueos, las carencias de la población civil, la pasividad de los americanos, la falta de seguridad. Permanecí más tiempo porque sentía aún una curiosidad extrema. Ansias de saber sobre muchos, de observar sus cambios, y de asegurarme de que estaban bien.

(…) Alguien advirtió de que se hacía tarde. Todos corrieron hacia sus vehículos, bajaron las ventanillas para decir adiós con las manos y desaparecieron. Me quedé apoyada en una columna del hall del hotel mirando el polvo que había dejado el convoy a su paso. Sonó un estruendo. Una explosión. Bagdad seguía sangrando y quienes nos habíamos quedado nos sentimos más solos. A partir de ese día, cada vez que me encontraba con algún periodista que había estado durante la guerra, nos abrazábamos aunque nunca hasta entonces hubiéramos cruzado una palabra.

Me dirigí nuevamente hacia mi habitación diciéndome que Irak seguía ahí a pesar de todo. Tenía que entrar en directo en la radio, como siempre, y tratar de observar y analizar lo que ocurría en la capital del país. La posguerra fluía, contemplada por cada vez menos testigos occidentales. Se habían ido muchos y todavía no habían llegado todos sus relevos. Ese pensamiento era lo único que me daba fuerzas para creer que mi estancia era útil, porque me encontraba en un momento en el que sólo la creencia en la solidaridad me empujaba a seguir adelante. Comenzó una nueva etapa, ya sin casi amigos corresponsales en Bagdad. Telefoneé a mi madre. Sonaban disparos cerca del hotel. Sentí saturación y asfixia ante el sufrimiento propio y ajeno. Pedí a mi madre que me leyera algo.

—Poesía —le dije. Sabía que tenía libros a mano.

De brasas son los ríos.
De escamas son las palabras.
Mi señora, te traemos Bagdad como un ataúd,
arrebatamos para ti los espejos y el incienso de
Sumeria.
Duerme, mi señora.

Era un libro de Faik Husein. Después abrió uno de Antonio Gamoneda:

—La que calla y desprecia, la que extiende
las mantas, la madera, los sudarios
sobre la vida; la que entiende el gesto
de los que existen y no hablan;
ésta que advierte y sigue con sus manos grandes
el movimiento de la tierra y fija
el rostro de la luz, ésta es la vieja
madre del miedo, la que espera y calla

Siguió y terminó leyéndome versos de una recopilación de poesía africana:

—Duérmete mi niño y no llores.
Te traeré un sapo
de nuestra granja de Awututu.
Duérmete mi niño y no llores.

Sentí cada verso como una caricia. Encontré en esos poemas la sensación que buscaba. Me ayudaron a recordar que no todo es la angustia que padecía Bagdad. Hubo algunas poesías más. Al final, nos reímos y después yo me sentí mucho mejor. (…)

Gamoneda ya es poesía en Oviedo: placa en su casa natal y un banco con el poema «Amor»

Poema de Gamoneda en un banco de la Plaza de la Poesía, en Oviedo.

El Gran Bulevar de El Vasco, en Oviedo, contaba ya desde hace un tiempo con una Plaza de la Poesía. Desde el pasado 21 de marzo de 2022, Día Mundial de la Poesía, la circunstancia es aún más palpable: allí se han instalado un total de ocho bancos, cuyo diseño emula las páginas de un libro abierto, y en cada uno se ha inscrito un poema  representativo de autores como los asturianos Antonio Gamoneda, Ángel González y Aurelio González Ovies, o el americano Walt Whitman.

En el caso concreto de Gamoneda, el poema inscrito en el banco es el titulado «Amor» (dedicado en su día a María Ángeles Lanza, esposa y compañera del poeta):

Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.

Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.

Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.

ANTONIO GAMONEDA
(Del libro «Blues castellano»)

El asunto no se queda ahí. El pasado 21 de marzo, la ciudad de Oviedo también quiso rendir un homenaje a dos de sus hijos ilustres, los poetas Antonio Gamoneda (Premio Cervantes 2006) y José García Nieto (Premio Cervantes 1996), cuyos nombres han quedado grabados en la céntrica calle Melquíades Álvarez. Allí se han instalado sendas placas, una en el nº 25 (casa natal de Gamoneda), y otra en el nº 6 (donde vivió García Nieto).

Gamoneda, durante el descubrimiento de una placa en su casa natal, en el nº 25 de la calle Melquiades Álvarez, en Oviedo, el pasado 21 de marzo de 2022,

A descubrimiento de las placas asistieron el propio Gamoneda y familiares de García Nieto, arropados por miembros de la Corporación municipal —entre ellos el alcalde, Alfredo Canteli— y por seguidores de sus obras. Además, fueron obsequiados respectivamente con sendas copias de las placas.

La de Gamoneda reza así: «En este solar, el 30 de mayo de 1931, nació el poeta / Antonio Gamoneda, premio Europa y premio Cervantes de las letras españolas»

Gamoneda —asturiano y leonés de adopción, ya que vino al mundo en Oviedo, en 1931, pero con solo tres años se trasladó con su madre recién enviudada a León, donde ha residido desde entonces— agradeció al consistorio ovetense tal «inteligente iniciativa» al coincidir el acto —que se celebró junto a la iglesia de San Juan el Real— con la efeméride del Día Mundial de la Poesía, algo que, a su juicio, debería celebrarse «todos los días del año».

Y recitó dos de sus poemas, uno de ellos una breve composición en lengua asturiana, bajo el título «Enantes del día», que forma parte de las colaboraciones que ha realizado con el tenor Joaquín Pixán, con quien ha compuesto poemas y canciones en bable. El autor de «Descripción de la mentira», «Arden las pérdidas» o «Libro del frío» leyó un segundo poema inspirado en los cuadros de Vermeer y Brueghel, que alude a una fiesta que «podría ser la de cualquier aldea asturiana».

En el Facebook del Ayuntamiento de Oviedo se pueden ver algunos vídeos relacionados con el acto:

Copia de la placa de la «calle Poetas Gamoneda», en Oviedo.

:: Calles con el nombre de Gamoneda

En Oviedo ya existe, desde hace unos años, la «calle Poetas Gamoneda», dedicada a Antonio Gamoneda padre (autor de Otra más alta vida, en 1919) y a Antonio Gamoneda Lobón hijo (Premio Cervantes 2006, autor de libros como Sublevación inmóvil, Descripción de la mentira, Lápidas, Cecilia, Arden las pérdidas, Un armario lleno de sombra o La pobreza).

En León capital también existe, desde hace años, una recoleta y pequeña calle Antonio Gamoneda ubicada en el barrio de La Serna, cerca del parque de La Granja, a las afueras de la ciudad. Lo mismo sucede en Trobajo del Camino (León) —donde la calle Antonio Gamoneda es asimismo muy pequeñita, y se encuentra en un entorno de calles con nombres de escritores leoneses— y en San Andrés del Rabanedo (León) —donde la calle Antonio Gamoneda también está localizada en un entorno de calles con nombres de escritores leoneses, muy cerca de la Oficina de Correos y del Parque Juan Pedro Aparicio—.

También existe una calle Antonio Gamoneda en Alcalá de Henares (Madrid), donde tienen una calle todos los Premios Cervantes.

Los tres poemas esenciales para Juan Carlos Mestre son de… Gamoneda, Blai Bonet y Luis Cernuda

Haz un click para ir a Abisinia Review y leer los tres poemas esenciales seleccionados por Juan Carlos Mestre.

Este dossier de Abisinia Review se creo para ir a la caza de joyas de la literatura y para rendirle un pequeño homenaje al lector de poesía. Le preguntan al poeta Juan Carlos Mestre “¿Cuáles son tus tres poemas españoles esenciales desde tu experiencia como lector y desde tu sensibilidad como creador?”. Y, sin solicitarle argumentaciones, estas fueron sus joyas:

[Fragmento de] Descripción de la mentira, de Antonio Gamoneda.

Gaspar Hauser Núm. 2, de Blai Bonet.

1936, de Luis Cernuda.

Día Mundial de la Poesía / Un poema inédito de Gamoneda en ‘El Cultural’

[Para celebrar el Día Mundial de la Poesía, este 21 de marzo de 2022, El Cultural publica un inédito del poeta ucraniano Serhij Zhadán al tiempo que invita a doce excelentes poetas españoles a desvelar un poema inédito, entre ellos Antonio Gamoneda.

SOBRE LA GENERACIÓN DEL CORNEZUELO

Arranqué líquenes, cavé la tierra que creía amar y la tierra
no me reconoció.

Sólo hallé frutos negros, yerbas incomprensibles.

Al día siguiente,

quise ver a los vencejos amándose en el aire y los pájaros
no existían.
Bajé a las sernas,

busqué a los hombres que silban y afilan el dalle pero en el
centeno sólo había luz, únicamente
el cornezuelo crujía.

Esperé el temblor de los álamos pero me extravié
cortando estambres, escuchando sollozos. Pude ver

que los páramos se agotaban en carrizos y sombras. Más
tarde,

las alondras aullaron en los campanarios y las yeguas volvían. Sus uñas
levantaban pequeños relámpagos de las
sendas trazadas entre amapolas.

Nadie detenía a las yeguas ni escuchaba a las alondras.

Finalmente,

advertí que los robles apenas retenían rocío para las víboras y que las moras
se desprendían de las zarzas.
Nadie preguntaba por sí mismo. La costumbre

era el mundo vacío.

Pensé la muerte.

No, no fue así exactamente. Pensé en el hígado de los ancianos mirando cómo
se acerca la muerte, sólo la
muerte, sobre el campo amarillo.
No pensé nada más.

Esta es parte de mi historia, lo demás no ha sucedido.

ANTONIO GAMONEDA

Antonio Machado en un poema de Gamoneda

Última fotografía de Antonio Machado.

[Poemas no recogidos en libro]

Breve investigación aplicada al valor de los datos visuales en la que se supone última fotografía de Antonio Machado

La blancura es más grande que la tristeza; lame los parietales torturados, entra en los dormitorios del sudor y el láudano y luego hierve como nieve impura sobre el hueso frontal. Es la humedad de los agonizantes.

Viene despacio la paloma horrible, viene a los vasos llenos de sombra y la ceniza capilar se extiende sobre vestigios de mercurio y llanto.

Ciega, la lente circular induce mendicidad bajo los párpados.

Pero la luz procede del abismo. Ante las córneas abrasadas, un filamento de dolor indica los contenidos del silencio.

Ciertas llagas quizá son miserables en la sutura de los labios.

Sólo las desapariciones alimentan el corazón. Hay sábanas sobre los signos de la inexistencia.

Grasa y metales entran en la luz; se encienden y ésta es la única misericordia.

La muerte es blanca ante los ojos de Antonio Machado.

ANTONIO GAMONEDA

(Ínsula, n.º 506-507, febrero-marzo 1989, p. 40; en el número homenaje a «Antonio Machado, 1875-1939». Una versión sin título y muy modificada de este poema fue publicada en la segunda edición de Libro del frío, 2000, p. 91)

Gamoneda en fotografías de Fernando Rubio (años 70)

Fotografías y montaje: Fernando Rubio.

Con estas palabras presenta Fernando Rubio en su muro de Facebook este mosaico de fotografías de Antonio Gamoneda realizadas en los años 70:

(León de la esperanza)

La tierra siente cuando yo la canto.
La tierra es bella, silenciosa, fría,
y el hombre es el dolor, y yo quería
sonar a hombre sin sonar a llanto.

Quería acaso pronunciar un canto
mitad de tierra con mitad de hombría…
Pueblo mío, faltaba todavía
abrir tu noble, silencioso manto

y verte, pueblo, con mirada pura,
el viejo corazón rojo y profundo
y advertir que dispone sus escalas.

Porque es preciso conquistar la altura
para el inmenso corazón del mundo,
para esta tierra que nació sin alas.

Antonio Gamoneda Lobón,
en la contraportada de su libro
«León de la Mirada» (ed. Espadaña, 1979)

La portada del libro «León de la Mirada» es una fotografía, hecha por mi, de la torre sur de la Catedral de León, vista a través de las ramas de un florecido pruno, que ya no existe.

Y, si os fijáis, en el nombre de esta serie de fotografías, «León de mi mirada gráfica», Gamoneda ha tenido una influencia fundamental.

Leyendo su biografía, me he dado cuenta de la práctica coincidencia en el tiempo del comienzo de su trabajo cultural en la Diputación en 1970 y de mis comienzos como fotógrafo de prensa y su libro «León de la Mirada», con el fin de mi paso por el reporterismo gráfico en 1979.

Con mis fotografías de los años 70 y mi admiración, te envío un fuerte abrazo.

¡Grande, Gamoneda! Estoy deseando que llegue el 2032 y tú mismo, tú, abras tu legado de la Casa de las Letras. (León es tierra de centenarios, no lo olvides).

FERNANDO RUBIO

Gamoneda lee poemas de «Arden las pérdidas» (2003)

Antonio Gamoneda lee poemas de su libro «Arden las pérdidas» (2003) en este vídeo de Verboilustrado, cuya imagen es una fotografía de Amando Casado en la que se ve a Gamoneda posando para el escultor Amancio González Andrés.

CLARIDAD SIN DESCANSO
De: «Arden las pérdidas» (2003)
Antonio Gamoneda

Quizá me sucedo en mí mismo. No sé quién pero alguien ha muerto en mí.
También ayer olía la desaparición y estaba amenazado por la luz, pero
hoy es otro el cuchillo delante de mis ojos.

No quiero ser mi propio extraño, estoy entorpecido por las visiones.
Es difícil
poner luz todos los días en las venas y trabajar en la retracción
de rostros desconocidos hasta que se convierten en rostros amados
y después llorar porque voy a abandonarlos o porque ellos van a
abandonarme.
Qué
estupidez tener miedo al borde de la falsedad, qué cansancio
abandonar la inexistencia y
morir después todos los días.

Poemas de ‘Mortal 1936’, de Gamoneda

Obra de Juan Barjola.

Mortal 1936

(1994)

Hierven bajo las túnicas de la ira;
hierven los números y los ácidos
depositados en su espíritu.

Veo el mercurio en las pupilas, líquidos
negros, la fertilidad
de los cuchillos y las sombras; veo
los agujeros y los párpados.

Siento la herida musical, el llanto
multiplicado por el viento, el sol
en la pared de los agonizantes.

Ésta es la soledad de mil cabezas,
la gárgola que aúlla, la gallina
desesperada.
             Al fin, surten las fuentes
sangre, vértigo, luz, acero, lágrimas.

— – —

El miedo entra en la blancura; aún
sus alas hienden la serenidad
y disciernen la sal y la ceniza.

Lívidas hélices y, en el espesor,
lentitud de los pájaros, augurios
en las venas azules de las aguas.

Ah pétalos temibles, semejantes
a las escamas puras de la cólera.

Ah pena corporal, amor herido,
animal de la luz, pueblo abrasado.

— – —

Salen los cuerpos del abismo, ascienden
como azufre solar; su resplandor
atraviesa las aguas.

Hay profecías incesantes. Ved
la transparencia de los signos
y las palomas torturadas.

Éste es el día en que los caballos aprendieron a llorar,
el día horrible y natural de España.

El animal de sombra
enloquece en las pértigas del alba.

ANTONIO GAMONEDA

Poemas del libro 'Mortal 1936 (Pasión y luz de Juan Barjola)'. Mérida, Asamblea de Extremadura, 1994.

Gamoneda en la web del Festival Internacional de Poesía de Medellín

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«Caen sílabas negras», una exposición de Julia Llerena que se apoya en versos de Gamoneda, Valente y Juarroz

‘Caen sílabas negras’, exposición de Julia Llerena en la Galería Sabrina Amrani (Madrid). Serie de bordados sobre lino, 2021.

Por LUISA ESPINO / El Cultural,

Siempre me ha fascinado de Julia Llerena (Sevilla, 1985) su capacidad de transformar los objetos más insignificantes en armónicas composiciones. Tiene una sensibilidad especial para dar forma al caos, algo así como una arquitectura del desecho. Comenzó trabajando con materiales que recogía en su camino a la facultad, en un trayecto en el que la imagino parando aquí o allá obnubilada con aquellas pequeñas cosas en las que muchos no reparamos –un trozo de metal oxidado, una botella hecha añicos…– y que ella convierte en eso otro que hemos llamado arte.

El trabajo de Llerena ha ido creciendo sobre este impulso, depurándose y sumando nuevos elementos. A esa primera fase de derivas le siguió otra más cósmica (aún), con el universo como tema central de instalaciones, vídeos y fotografías y, en los últimos tiempos, una preocupación por el uso del lenguaje y su representación. En realidad, sus nuevas creaciones siguen siendo marcadamente arqueológicas, solo que ahora su materia prima son las palabras de otros. Con ellas ha construido Caen sílabas negras, su primera exposición en la galería Sabrina Amrani, apoyándose en los versos de Antonio Gamoneda, José Ángel Valente y Roberto Juarroz, transformando sus poemas en espectogramas bordados en tres piezas textiles que articulan el espacio con sus serpenteantes movimientos.

La selección de estos autores no es casual, le interesa de ellos sus reflexiones sobre el lenguaje, el vacío, la materia, la fragmentación, elementos medulares también de su obra plástica. (…)

JULIA LLERENA / EXPOSICIÓN
Caen sílabas negras
Galería Sabrina Amrani (Madera, 23. Madrid)
Hasta el 24 de julio

«Yo, sin ojos». Dos sonetos de Gamoneda en una obra de Julia Llerena (CAAC, 2021)

«Yo, sin ojos» (2020), una pieza de Julia Llerena sobre dos sonetos de Gamoneda.

«Yo, sin ojos» (2020) es el título de esta pieza de la artista andaluza Julia Llerena (Sevilla, 1985) que se puede contemplar estos días en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), dentro de la exposición colectiva Escultura expandida (concebida como una celebración de las reinvenciones que ha vivido este ámbito a través de un estimulante diálogo entre creadores consagrados –Louise Bourgeois, Pepe Espaliú, Soledad Sevilla o Cristina Iglesias– y jóvenes artistas).

La pieza de Julia Llerena, concretamente, se articula a través de tensos cables de acero horizontales que, a modo de versos, reproducen dos sonetos de Antonio Gamoneda, recreando el verbo del Premio Cervantes a través de pequeños objetos encontrados por la artista en su vida cotidiana.

Julia Llerena toma el título para esta obra, «Yo, sin ojos», de un verso de los dos sonetos de Gamoneda recreados en la pieza:

MÚSICA DE CÁMARA

I

Si pudiera tener su nacimiento
en los ojos la música, sería
en los tuyos. El tiempo sonaría
a tensa oscuridad, a mundo lento.

Mezclas la luz en el cristal sediento
a intensidad y amor y sombra fría.
Todavía silencio, todavía
el sonido no tiene movimiento.

Pero llega un relámpago; se anudan
en los ojos lo bello y lo potente.
La fría sombra se convierte en fuego.

La belleza y el ansia se desnudan.
La música se eleva transparente.
Oh, sonido de amor, déjame ciego.

II

Yo, sin ojos, te miro transparente.
En la música estás, de ella has nacido;
de este grito de luz, de este sonido
a mundo amado luminosamente.

Y yo escucho después –agua creciente–
a la música en ti: todo el latido,
todo el pulso del aire convertido
a tu belleza, a tu perfil viviente.

Tumba y madre recíproca, del canto
orientas a tus venas la agonía,
y tus ojos asumen su potencia.

Oh prisión de la luz, después de tanto,
ya veo en el silencio: la armonía
es tu cuerpo, tu amada consistencia.

ANTONIO GAMONEDA
(Ambos sonetos están publicados en el libro colectivo “Sonetos para el siglo XXI”. VVAA. Ediciones Vitruvio, Colección Baños del Carmen nº 672. Madrid, 2017)

El último poema de «Amé», la antología que celebra el 90 cumpleaños de Gamoneda

Portada de «Amé», antología de Antonio Gamoneda (Fundación Antonio Pereira, Eolas Ediciones, 2021)

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Último poema de «Amé», antología de Antonio Gamoneda (Fundación Antonio Pereira, Eolas Ediciones, 2021)

Gamoneda felicita al poeta Adonis en su 90 cumpleaños

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En vísperas del nuevo año 2021, más de dos centenares de poetas, escritores, traductores y personalidades de la cultura y el pensamiento de todo el planeta le enviaron al poeta sirio Adonis sus felicitaciones en vídeo, que su hija recogió en el sitio web adonis90.org. Sobre estas líneas se puede escuchar la felicitación de Antonio Gamoneda, en forma de poema leído.

Ali Ahmad Said Esber, más conocido como Adonis, nació en Al Qassabin (Siria) el 1 de enero de 1930 y eligió su seudónimo para marcar la renovación del año, la entrada a lo nuevo que permite la poesía, ya que Adonis es el dios del año nuevo en las mitologías mesopotámicas.

Aquí se pueden ver todos los vídeos:

Más sobre el libro «Las voces de la tierra» y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), en ‘El País’

Martín de la Torre sostiene el sonajero que su madre se llevó al paredón en septiembre de 1936. Foto: ÁLVARO GARCÍA / El País

Con motivo del aniversario de la que fue la primera exhumación realizada con técnicas científicas de una fosa común de personas asesinadas por la represión franquista, la editorial Alkibla publica Las voces de la tierra, un libro que recoge las fotografías realizadas por José Antonio Robés de 39 objetos recuperados en fosas comunes descritos por poetas como Antonio Gamoneda, actores como Juan Diego Botto o cantantes como Rozalén y Miguel Ríos, dentro de un proyecto vinculado con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH).

Antonio Gamoneda, premio Cervantes, escribe un poema sobre un sonajero hallado en una fosa común: “Retiraron a Martín porque a su edad, nueve meses, podía ser algo pronto para fusilarle, aunque quién sabe…”.

Sonajero, aparecido en la fosa de la Carcavilla en Palencia, sobre el que ha escrito Gamoneda.

Un reportaje de Natalia Junquera en El País (6/12/2020):

MEMORIA HISTÓRICA

El ajuar de la memoria de los fusilados de Franco

En el 20 aniversario del movimiento que inició la apertura de fosas, un libro recopila objetos de las víctimas recuperados entre huesos y balas

Un poema inédito de Antonio Gamoneda en la antología digital «A poema abierto» (USAL, 2020)

…Haz un click en la imagen para leer el poema completo…

«Fiesta, ontología y somnolencia». Así se titula el poema inédito de Antonio Gamoneda que forma parte de «A poema abierto. Versos para volver a habitar la vida», una antología poética digital —coordinada por la poeta Amalia Iglesias Serna y alojada en la página web del Servicio de Actividades Culturales de la Universidad de Salamanca— a la que se siguen sumando autores y autoras con poemas inéditos en estos días de confinamiento obligado por la Covid-19.

«Después de la ira», un poema de Gamoneda publicado en Barcarola (2009)

Poema publicado en el nº 73 (2009) de la revista Barcarola, pág. 15.

Tres sonetos de Gamoneda en el nº 1 de la revista «Tierras de León» (1961)

Revista ‘Tierras de León’, nº1, 1961, pág. 41.

El nº 1 de «Tierras de León», la revista de la Diputación provincial, que inició su andadura en 1961, incluye en su página 41 estos «Tres sonetos leoneses» de Antonio Gamoneda.

«Diván de Nueva York», un poema de Gamoneda en Cuadernos Hispanoamericanos (1986)

‘Diván de Nueva York’, poema de Antonio Gamoneda publicado en la revista Cuadernos Hispanoamericanos nº 435-436, 1986, pág. 678.

Seis poemas de Gamoneda, en inglés, en la revista ’The High Window’

Seis poemas de Antonio Gamoneda han visto la luz este mes de mayo de 2020 en la revista trimestral inglesa ’The High Window’, traducidos al inglés por Terence Dooley.

Poemas de Gamoneda en la revista ‘La alegría de los naufragios’ (3-4)

[Este es uno de los tres poemas de Antonio Gamoneda que aparecieron publicados en volumen correspondiente a los números 3 y 4 (año 2000) de ‘La alegría de los naufragios’, la revista de poesía que dirigían César Antonio Molina y Amalia Iglesias Serna:]

De Exentos III: sucesos

(…)

En los desvanes habitados por aves cuyas alas tiemblan

/ entre cristales y sombras,

en la pureza de los rostros que se forman en la lluvia,

en párpados cerrados sobre úlceras amarillas,

y en ti, agonizante,

vive el pasado, hierve en tu corazón.

·

Vienen los pájaros

atravesando olvido. Ciertamente

amé todas las pérdidas. Las amo.

(…)

ANTONIO GAMONEDA

Gamoneda en el desván. © Foto: Eloísa Otero.

Un poema del libro «Arden las pérdidas», de Gamoneda

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Ventana del estudio de Antonio Gamoneda, en su casa de León.

CLARIDAD SIN DESCANSO

Quizá me sucedo en mí mismo. No sé quién pero alguien ha muerto en mí. También ayer olía la desaparición y estaba amenazado por la luz, pero hoy es otro el cuchillo delante de mis ojos.

No quiero ser mi propio extraño, estoy entorpecido por las visiones. Es difícil

poner luz todos los días en las venas y trabajar en la retracción de rostros desconocidos hasta que se convierten en rostros amados y después llorar porque voy a abandonarlos o porque ellos van a abandonarme.

Qué

estupidez tener miedo al borde de la falsedad y qué cansancio

abandonar la inexistencia y

morir después todos los días.

 

[Del libro «Arden las pérdidas», apartado ‘Claridad sin descanso’;
en «Esta luz. Poesía reunida 1947-2004» (Ed. Galaxia Gutenberg, 2019)]

[Existían tus manos…] / Antonio Gamoneda & Amancio González Andrés

Manos. Detalle de una escultura en madera de Amancio González Andrés.

Existían tus manos

Un día el mundo se quedó en silencio;
los árboles, arriba, eran hondos y majestuosos
y nosotros sentíamos bajo nuestra piel
el movimiento de la tierra.

Tus manos fueron suaves en las mías
y yo sentí la gravedad y la luz
y que vivías en mi corazón.

Todo era verdad bajo los árboles,
todo era verdad. Yo comprendía
todas las cosas como se comprende
un fruto con la boca, una luz con los ojos.

ANTONIO GAMONEDA
[Tomado de Exentos I (1959-1960 y 2003), incluido en Antología poética (Alianza Editorial, Madrid, 2007)].