Un armario lleno de sombra

Antonio Gamoneda, poesía y memoria

«No sé si la voluntad de escribir sobre mi infancia —de escribir mi infancia— tiene alguna causa. El olvido progresa en mí y se hace parte de un silencio intelectual que, fugazmente, me proporciona algo parecido a un bienestar. Un bienestar vacío. En el olvido están los recuerdos. Advierto que mi aprendizaje de vejez no es otra cosa que la forma que adoptan ahora en mí el pasado y sus sombras». Así comienza Antonio Gamoneda el relato de su vida.

POESÍA COMPLETA

En “Esta luz” se reúnen todos los libros de poemas escritos hasta 2019 por Gamoneda, quien, desde su condición solitaria, ha ido construyendo una de las obras más sólidas, personales y renovadoras de la poesía española contemporánea.
El primer volumen reproduce la edición original de 2004, con un texto nuevamente revisado y corregido por su autor. El segundo, recupera para la poesía “Libro de los venenos”, publicado originalmente en 1995, y recoge, fuertemente revisada y en algunos casos reescrita, toda su producción poética desde 2005, incluidos un conjunto inédito, “Las venas comunales”, y sus últimos poemas.

MEMORIAS

Además, los volúmentes «Un armario lleno de sombra» y «La pobreza» recogen sus memorias. En «Un armario lleno de sombra», primer volumen, se convierten en narración e historia. El resultado es este libro, unas memorias de infancia desde el momento en el que estalla la guerra civil española hasta el día antes de cumplir catorce años. «La pobreza», segundo volumen de las memorias del poeta, es a la vez un autorretrato del artista como anciano y un fresco vivísimo de una sociedad atenazada por la miseria moral.

Todos estos libros han sido publicados por el sello editorial Galaxia Gutenberg.

«Un armario lleno de sombra». Lectura de Valentín Carrera

Antonio Gamoneda a los 8 años, en 1939, en la plaza de las Palomas de León.

Un armario lleno de sombra

LO PEQUEÑO ES HERMOSO / Un armario lleno de sombra”, memorias de infancia que Antonio Gamoneda escribe tras la muerte de su madre; “un libro que va a conmocionar”, en palabras de Luis Mateo Díez. ¡Y vaya si conmociona!

Por VALENTÍN CARRERA
(Artículo publicado en La Nueva Crónica de León, el 30/11/2020)

Mi memoria es frágil, pero el Notario Mayor de la Cultura Berciana, Miguel A. Varela, no me dejará mentir. El asunto ocurrió una tarde de verano: hacía mucho calor en Ponferrada y las huertas del Sacramento, a orillas del Sil, estaban desiertas a la hora en que se había anunciado un recital de poesía, con el poeta mismo de cuerpo presente. A la hora prevista, yo esperaba solitario ante la Casa de Cultura. ¿Me habré equivocado de día o será que juega la Deportiva? Eran las siete y media en punto de la tarde.

El poeta llegó, acompañado por Varela, y entramos los tres en un salón de actos que podría acoger sin agobios un congreso de tunas. Tras unos minutos de espera, el poeta nos dio una lección de vida que nunca he olvidado: «Ustedes han venido a escucharme, y yo he venido a recitar mis poemas; me merecen tanto respeto, aunque sean dos, como si fueran doscientas personas. Si ustedes quieren, comenzamos».

Y subiendo a la palestra, Antonio Gamoneda cantó su Tango de la misericordia, y declamó sus versos heridos y misteriosos para Varela y para mí, durante más de una hora gozosa y generosa. Luego, le acompañamos paseando hasta la estación y regresó a la que dicen capital.

No he vuelto a ver a Gamoneda desde aquella tarde de tierra y labios, de blues castellano, de lápidas y frío, de pérdidas y venenos, de existencia, muerte y poesía; pero esta semana hemos tenido los dos una larga conversación, agazapados en el interior de un armario lleno de sombra. Debo agradecer el encuentro a Héctor Escobar, infatigable hacedor de luz: «¿No has leído las memorias de Gamoneda, tío? Son acojonantes». La expresión no es muy culta, pero debo ser fiel al momento en el que un niño de ocho años, en pantalones cortos, me mira desde la plaza de las Palomas en 1939, con la misma expresión con la que sesenta años después nos dijo: «Si ustedes quieren, comenzamos».

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Gamoneda abre el documental «Paredes de azúcar», del artista leonés Jonathan Notario

El artista leonés Jonathan Notario ha finalizado su documental (audiovisual de animación) «Paredes de azúcar» —proyecto que obtuvo una beca de creación artística de la Fundación Villalar—, con el que busca rescatar una memoria emocional de la antigua Azucarera Santa Elvira (ubicada en la avenida Doctor Fléming, a las afueras de León capital). Y ya se puede ver un trailer, que arranca con la imagen del poeta Antonio Gamoneda leyendo un fragmento de sus memorias…

Para este documental, además de aportar su trabajo plástico (fantásticas maquetas, fotos tratadas, recortables…), Notario ha recopilado testimonios y recuerdos de la vieja Azucarera Santa Elvira —de la que apenas queda en pie su esqueleto arquitectónico— vividos y narrados por sus protagonistas. Uno de ellos es el poeta Antonio Gamoneda, quien desde pequeño vivió muchos años en el barrio leonés del Crucero, y en el arranque de este documental lee un fragmento de su primer libro de memorias, «Un armario lleno de sombra», en el que recuerda a los «boyeros parameses» que pasaban con sus carros repletos de remolacha bajo los balcones de su casa —esos balcones desde los que el niño Gamoneda también veía pasar las «cuerdas de prisioneros»— rumbo a la Azucarera, y cómo los muchachos del barrio se las ingeniaban para, en aquella época de hambre, hacerse con algún tubérculo.

«La remolacha se troceaba y hervía hasta obtener un líquido espeso y oscuro que se añadía, con resultado repugnante, a lo poco que había que endulzar; con frecuencia, se constituía en la ‘mermelada’ que enriquecía alguna excepcional rebanada de pan», se puede leer en la página 162 de «Un armario lleno de sombra» (Galaxia Gutenberg, 2009).

De momento, Jonathan Notario ha hecho público en Vimeo y en sus redes sociales un trailer del documental que esperaba poder presentar al público esta primavera, acompañado por una exposición con sus maquetas y todo el material plástico elaborado para realizarlo, algo que deberá posponerse por las medidas tomadas ante la pandemia provocada por el coronavirus (Covid-19).

Enlaces relacionados:

‘La pobreza’, segundo volumen de memorias de Antonio Gamoneda, llegará a las librerías el 12 de febrero de 2020

La pobreza
ANTONIO GAMONEDA
Galaxia Gutenberg, febrero 2020.

El nuevo libro de Antonio Gamoneda, La pobreza, segundo volumen de sus memorias después de Un armario lleno de sombra, ya se encuentra en preventa en algunas librerías por internet, aunque en el momento de escribir estas líneas todavía no aparezca en la web de la editorial Galaxia-Gutenberg (sí en su perfil de Twitter). El libro llegará a las librerías el 12 de febrero de 2020; ese mismo día la editorial presentará el libro a los medios de comunicación en Madrid.

Sinopsis de La pobreza, según la nota editorial:

En 1945, con apenas catorce años, Antonio Gamoneda entra a trabajar como meritorio en el Banco Mercantil de León. De la noche a la mañana deja atrás su infancia y sus estudios para ganarse el sustento y contribuir a la economía familiar. Su ingreso prematuro en la edad adulta le permite conocer de primera mano la realidad laboral de la posguerra en el ambiente rancio de una ciudad de provincias dominada por la policía del régimen, la iglesia y los sectores más reaccionarios de la vida local. Así arranca La pobreza, segundo volumen de las memorias del poeta, que es a la vez un autorretrato del artista como anciano y un fresco vivísimo de una sociedad atenazada por la miseria moral y material del primer franquismo y sus prolongaciones. Gracias a esta mirada retrospectiva sobre una etapa oscura de nuestra historia reciente, una mirada en la que siguen latiendo la pasión crítica y el deseo de justicia, somos testigos del aprendizaje vital y literario de su autor, así como de sus primeras amistades en el mundo del arte y la poesía, su activismo político y su firme voluntad de resistencia. Novela de aprendizaje a la vez que crónica de posguerra, La pobreza esconde también un diario en el que se incluyen reflexiones sobre poesía y poética, episodios oníricos y vislumbres –a veces humorísticos– del acontecer social, del trabajo y hasta de sus viajes… El resultado confirma a su autor como uno de nuestros grandes prosistas, capaz de ensayar con igual maestría el autorretrato irónico, la viñeta costumbrista o el apunte reflexivo. La pobreza es la culminación de la obra de Antonio Gamoneda y está llamado a ser un clásico del género memorialístico.

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Trece páginas inéditas de Moisés Mori sobre «Un armario lleno de sombra» de Gamoneda

Gamoneda, en el centro, junto a la profesora Josefina Martínez y el pensador Moisés Mori, en el claustro de la Universidad de Oviedo, el día (15-06-2009) de la presentación de su libro de memorias en su ciudad natal.

Publicamos, por cortesía de su autor —el catedrático de Lengua y Literatura, narrador, poeta, ensayista y crítico literario asturiano Moisés Mori—, un artículo inédito —trece páginas en total— sobre el primer volumen de memorias de Antonio Gamoneda, «Un armario lleno de sombra» (Galaxia Gutenberg, 2009).

Un artículo más que pertinente, ahora mismo, cuando está a punto de salir de imprenta el segundo tomo de las memorias del poeta astur-leonés, titulado «La pobreza» (que llegará a las librería el mes que viene, en febrero de 2020).

Sobre algunas páginas de
Un armario lleno de sombra

Por MOISÉS MORI

Portada de «Un armario lleno de sombra».

Antonio Gamoneda siempre ha señalado la raíz existencial de su poesía, que su obra surge de hechos concretos y vivencias propias, que late en ella una correspondencia entre palabra poética y experiencia real; y, por tanto, la memoria constituye el núcleo de su escritura. Anotamos unas palabras del poeta: “He dicho muchas veces que la poesía es un arte de la memoria y que la memoria es, necesariamente, conciencia de pérdida (tenemos memoria de lo que ya no es o ya no está con nosotros) y, también necesariamente, conciencia de progresiva consunción, de nuestro tiempo de vida y de nuestro acercamiento a la muerte”.[1] Y si la memoria (esa conciencia: de la pérdida, de la muerte) fundamenta el arte de la poesía, tampoco es extraño que, en 2001, y como de paso, señalara Gamoneda en una entrevista: “En realidad, yo podría escribir mis memorias con mis libros de poesía, curiosamente”.[2] Un presagio que vendría a cumplirse en 2009 con Un armario lleno de sombra, sus memorias de infancia, pues, en efecto, este libro está escrito con la misma sustancia existencial que Sublevación inmóvil, Blues castellano, Descripción de la mentira, Lápidas...

Un armario lleno de sombra comienza así: “No sé si la voluntad de escribir sobre mi infancia -de escribir mi infancia- tiene alguna causa”. La causa -la causa que podríamos llamar general- se relaciona necesariamente con esa conciencia de lo perdido (lo que ya no es o ya no está con nosotros) y del tiempo que pasa (nuestro acercamiento a la muerte), con el cruce de olvidos y recuerdos. No obstante, un libro de estas características, adentrase en unas memorias de infancia, parece pedir -y esta sería la causa por la que el autor se pregunta- un relato detallado, la referencia a datos concretos tanto personales como sociales e históricos; aun así, también ante este ámbito de concreción autobiográfica, tan diferente, en principio, al de su larga trayectoria poética, mantiene el autor el propósito de no limitarse a redactar o contar por las buenas (escribir sobre), sino de encontrar más bien la estructura y el registro que respondan a una verdadera interiorización de los hechos: que el relato constituya, en definitiva, una realidad por sí mismo (escribir mi infancia), lo que ya no parece un planteamiento tan ajeno a ese arte de la memoria que con otras palabras y otra música, regido de principio a fin por lo que Antonio Gamoneda llama pensamiento poético, vertebra toda su obra.

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Una desoladora anécdota de las memorias de Gamoneda en un artículo de Martínez de Pisón

El optimismo

Por IGNACIO MARTÍNEZ DE PISÓN
Artículo publicado en La Vanguardia, el 30/08/2019

Una de las anécdotas más desoladoras que conozco la encontré en Un armario lleno de sombra, las memorias de infancia del poeta Antonio Gamoneda. Su padre había muerto en 1931, y su madre y él, que entonces era un niño de meses, se habían instalado en León. En 1945 los restos del padre, enterrado en el cementerio de Oviedo, iban a ser arrojados a la fosa común. La madre, que había ahorrado lo suficiente para comprar un modesto nicho, envió al jovencísimo Antonio para que supervisara la operación y, de paso, rescatara las prótesis de oro de la dentadura del muerto. Cuando los trabajadores del cementerio llevaban ya un rato cavando y sacaban restos humanos mezclados con tierra, el chico observó que algunas paladas iban a parar a un montoncito aparte. Una vez vacía la fosa, se armó de valor y echó de allí a los dos hombres. Ellos protestaron, pero Antonio se mantuvo firme. Luego se agachó junto al montón pequeño y fue desmenuzando los terrones hasta dar con unos trozos de dentadura. Tal como sospechaba, los obreros los habían apartado disimuladamente para arrancarles más tarde las piezas de oro. Lo envolvió todo en su pañuelo, regresó a León y se lo entregó a su madre, que se estaba quedando sin dientes por culpa de la piorrea y necesitaba ese oro para su propia prótesis.

Todo en esta brutal anécdota parece aludir a tiempos remotos, inmemoriales, y sin embargo es una historia de ayer mismo, como quien dice. Esa España, la del hambre, era la de la generación de mis padres. La España de mi generación fue la del desarrollismo y la transición. La de mis hijos, nacidos en los años noventa, es la de la democracia plena y la ciudadanía europea. ­Sólo dos saltos generacionales separan a los jóvenes de ahora de ese mundo de extrema miseria, dentaduras podridas y sepultureros sin escrúpulos. Salta a la ­vista que los actuales veinteañeros han sabido escoger mucho mejor que sus padres y sus abuelos el momento de venir al mundo: en Es­paña, ningún tiempo pasado fue mejor. (…)

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José Luis Gómez Toré reseña «Un armario lleno de sombra» (2009)

Portada de «Un armario lleno de sombra».

Un armario lleno de sombra
Antonio Gamoneda
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Madrid, 2009.

Por JOSÉ LUIS GÓMEZ TORÉ
[Reseña publicada en el blog La Tormenta en un Vaso, el 11/08/2009]

Como pórtico de estas memorias de infancia, que acaban cuando el futuro poeta cumple catorce años, nos encontramos con un Antonio Gamoneda adulto que, tras la muerte de su madre, abre ese armario al que hace alusión el título, un armario que al mostrarnos su contenido deja también entornadas las puertas de la memoria. Resulta casi demasiado fácil establecer un paralelismo con el célebre episodio de la magdalena de Proust si no fuera porque aquí la realidad se impone sobre la ficción y porque el pasado emerge en estas páginas consciente de un espesor de sombras que la reflexión no acaba nunca de disipar. Si los lectores de Gamoneda ya sospechábamos que la infancia era uno de los pilares apenas confesados de su poesía, nos encontramos en estas memorias cómo ese mundo poético tan turbador como fascinante en el que conviven el asombro y el miedo, la crueldad y la ternura tienen mucho que ver con la mirada de este niño de la guerra y la posguerra, que empieza a descubrir un mundo en el que, ya desde sus primeros años, está demasiado presente la muerte.

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Galaxia Gutenberg reúne la poesía de Gamoneda hasta 2019 y prepara el segundo tomo de sus memorias

 

«Esta luz. Poesía reunida (1947-2019)»

En menos de dos meses, si no fallan las previsiones, se podrán encontrar en las librerías los dos volúmenes de «Esta luz. Poesía reunida (1947-2019)» en los que el sello Galaxia Gutenberg ha volcado la obra poética completa de Antonio Gamoneda. Se trata de una nueva edición corregida y aumentada, con respecto a la compilación realizada en 2004, que incorpora sus últimos libros publicados desde entonces (como «Canción errónea», «Lapidario incompleto» o «La prisión transparente»), pero también el «Libro de los venenos» y algunos textos todavía inéditos (como el poemario «Las venas comunales», del que el poeta lleva años preparando una edición muy especial, con grabados de Juan Carlos Mestre, o «Últimos poemas»).

Esta publicación saldrá de imprenta quince años después de que el mismo sello editorial publicase en 2004 la obra poética de Gamoneda reunida hasta entonces, y tendrá el mismo título que aquella: «Esta luz», con sendos epílogos (uno en cada tomo) de Miguel Casado, el gran lector crítico de la obra de Gamoneda, a la que ha dedicado cientos de páginas (entre prólogos, epílogos, lecturas críticas, ensayos, conferencias, talleres, reseñas…).

«La pobreza». Memorias

Un poco después que «Esta luz. Poesía reunida (1947-2019)», llegará a los lectores un nuevo libro de Gamoneda, en este caso en prosa: «La pobreza», segunda parte de sus memorias, también con Galaxia Gutenberg.

«La cosecha de los símbolos», por Bruno Marcos

Antonio Gamoneda, Teresa Gancedo y Manuel Olveira, el pasado 28 de octubre de 2018 en el Musac. © Fotografía: Juan Luis García.

La cosecha de los símbolos

Por BRUNO MARCOS
Artículo publicado el 3-11-2018 en La Nueva Crónica

Cuando le conocí lo primero que me dijo al verme fue que ser tan joven debería estar prohibido constitucionalmente. Tendría él entonces unos sesenta años y la generosidad de recibir a un poeta de veinte. Su poesía y su figura han crecido en estas tres décadas hasta ser tan grandes como yo las sentí entonces, deslumbrado por la lectura de ‘Descripción de la mentira’ y el resto de su poesía.

Uno de los libros más impresionantes que he leído en los últimos tiempos es suyo, y no es poesía precisamente sino memorias, las suyas, pero también las nuestras y las de España y su postguerra. ‘Un armario lleno de sombra’ de Antonio Gamoneda contiene pasajes de un lirismo estremecedor, como el de la muerte de su madre en la galería de la casa mientras se pone el sol, o desgarrador, como aquel en el que enviado por ella asiste al desenterramiento de su padre con el encargo de recoger el oro de su dentadura acabando, por miedo al robo de los sepultureros, excavando la tierra con sus propias manos aún adolescentes.

Hace unos meses el artista Antoni Muntadas vino a la Fundación Cerezales Antonino y Cinia y al Musac para ver la exposición ‘Región’, que mostraba el cambio del paisaje causado por la construcción de pantanos, y quiso ver también al poeta como siempre que se acerca a la ciudad. Tuvo Gamoneda la hospitalidad de recibirnos y de estar con nosotros casi cuatro horas en las que ambos nos sembraron, tanto a Alfredo Puente como a mí, hablando del poder fundacional de las palabras y de las imágenes. Muntadas siempre recuerda que Gamoneda le invitó a exponer en León cuando empezaba su carrera. «El joven maestro Muntadas» como le llama Gamoneda, es ahora uno de nuestros artistas internacionales más importantes, premio Velázquez, y Gamoneda otro tanto y premio Cervantes, máximos reconocimientos que otorga nuestro país.

La semana pasada acudió Gamoneda al Musac para hablar sobre la exposición de Teresa Gancedo a quien organizó su primera muestra cuando el poeta tenía a su cargo la programación cultural de la Diputación. Resulta extraño que una institución como el Musac se haya mantenido alejada de este poeta tanto tiempo. Los casos de Teresa Gancedo y el de Muntadas nos deberían hacer reflexionar sobre la importancia de poner a las personas adecuadas en la dirección de los puestos que han de promover y divulgar la cultura, sembrar y cosechar. Basta, para comprobarlo, repasar con mirada retrospectiva el índice de autores y obras de la colección de literatura Provincia que Gamoneda dirigió en unos tiempos en los que, seguramente, había mucha menos inversión presupuestaria destinada a la cultura que ahora.

Aseguró con fina ironía el poeta, en la charla con Teresa Gancedo y Manuel Olveira, que Calderón de la Barca erraba al considerar que «los sueños sueños son» y que la noción que circula sobre la realidad es mentira, afirmando para terminar que todo es símbolo. Entendimos los asistentes en qué manos deben estar tanto la siembra como la cosecha de esos símbolos.

 

Un armario lleno de sombra

Portada de «Un armario lleno de sombra».

Para los que no se atreven con la poesía, esta obra en prosa puede servir de primer acercamiento a la obra de Gamoneda

Por RAQUEL DE LA VARGA y LETICIA BARRIONUEVO
Artículo publicado en La Nueva Crónica (León), el 05/09/2018

Que sí, que a estas alturas todos sabemos que hay que leer a los clásicos, a toda esa lista de autores y obras que va desde varios siglos antes del inicio de nuestra era hasta autores vivos (y hasta vecinos) como Antonio Gamoneda. Sin embargo, pese a que nos hayan dicho por activa y por pasiva lo buenos que son, la lectura se nos puede hacer cuesta arriba, y es que más prestigio suele ser sinónimo de más dificultad. Esto se potencia aún más cuando hablamos de poesía, el género con la peor fama cuando hablamos con un lector poco asiduo. Pero eso nos pasa también a los lectores habituales, que por prejuicios o por falta de costumbre, no nos atrevemos a enfrentarnos con nada que se haya escrito hace menos de 50 años. ¡Y ay de decir en público que alguno de los patriarcas de la Literatura no te gusta o no lo entiendes!

Hoy ya no hay leonés que no conozca el nombre de Antonio Gamoneda por su relevancia dentro de la ciudad, aunque su reconocimiento provenga de mucho tiempo atrás y su labor poética siga tan viva como hace varias décadas. Sin embargo, puede que a más de uno le pase con Gamoneda lo que tantos otros clásicos: sabe que debe leerlo, pero ya lo ha hecho y ha fracasado o todavía no ha llegado el día de intentarlo. 

Siendo sinceros, la poesía no es una cosa fácil que recomendar a la ligera, más aún cuando estamos hablando de la poesía de Gamoneda. Sin embargo, y a pesar de la obviedad que aparentemente supone, nos parecía que una vez más había que recomendar su lectura. Pero hoy tenemos en mente de forma especial a quienes no sean lectores habituales de poesía, a quienes dicen una y otra vez que no la entienden. Y por eso, para acercarnos a la figura de un gran poeta, hemos decidido recomendar un libro en prosa para quienes busquen un primer acercamiento. 

León ciudad y provincia tiene un gran protagonismo en toda su obra, pero también y no sólo por eso queremos hablar hoy de Un armario lleno de sombra. Esta obra en prosa publicada en 2009 recoge las reflexiones autobiográficas del autor durante su juventud en León, escritura originada por la muerte de su madre. En él revive con todo lujo de detalle los años en los que vivió en el barrio del Crucero y en el centro de León. Los pasajes y emociones que detalla acerca de la situación política o de su familia pueden dar a los lectores que no se hayan atrevido antes con su poesía las claves para entender su compromiso con la vida y con la literatura, además del acercamiento que conlleva hacia su persona.

Cuando miramos hoy a nuestra ciudad, pese a la increíble cantidad de cicatrices y de historias que encierran sus murallas, parece como si siempre hubiese sido un lugar en calma. Aunque existen imágenes y la certeza de que una vez la legión Cóndor desfiló por nuestras calles, o que había muertos tirados en las cunetas, parecen irreales. Los vendedores callejeros, los ferroviarios del Crucero y el desenterramiento de su padre para evitar que lo echaran a una fosa común aparecen a lo largo de su obra, y nada mejor que su explicación descarnada con menos lirismo para entender después poemarios como Lápidas o León de la mirada.

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Verónica Viñas entrevista a Gamoneda con motivo de la publicación de «Un armario lleno de sombra» (2009)

ENTREVISTA | ANTONIO GAMONEDA | POETA Y PREMIO CERVANTES

«Escribí mis memorias para reencontrarme con el pequeño canalla que fui»

Gamoneda publica sus esperadas memorias, «Un armario lleno de sombra», donde relata sin paliativos su infancia

Por VERÓNICA VIÑAS
(Entrevista publicada en Diario de León el 14 de mayo de 2009)

Dice Gamoneda que en el olvido están los recuerdos. Pero él no ha podido ni ha querido olvidar su infancia en León, una de las ciudades más castigadas por la represión franquista. Ásperas, amargas, pero sobre todo, sinceras; así ha querido Antonio Gamoneda que sean sus memorias, sin paliativos, pero sin crueldad ni exhibicionismo. Todo sucedió el día que el poeta se decidió a abrir el armario de su madre, fallecida tiempo antes. Los olores, los objetos… pudiera decirse que le tendieron una emboscada. A través de este armario Gamoneda se adentra en el pozo de los recuerdos, en el capítulo de una infancia quizá perdida, quizá ahogada por recuerdos demasiado dolorosos. A los 78 años el escritor ha podido afrontar el difícil ejercicio de contar sus primeros recuerdos en un León oscuro y terrible. Tras varios retrasos, fruto de su incansable obsesión por corregir cada palabra, llega a las librerías Un armario lleno de sombra ( Galaxia Gutenberg). Gamoneda no sabe aún si tendrá continuidad.

-Abrir el armario de su madre, tras su muerte, ¿fue como abrir ese trastero que todos tenemos en el cerebro y donde arrojamos aquello que queremos olvidar?

-No abrí el armario para encontrarme con algo que hubiera querido olvidar. Mi actitud era más bien la carencia de recuerdos, aunque tuviese los suficientes para configurar mis estados de ánimo.

-En los libros de texto de niños como su nieta la Guerra Civil apenas ocupa un párrafo, donde no se habla de golpe militar. Cuando lean «Un armario lleno de sombra», ¿no cree que pensarán que es pura fabulación?

-Como no es mi libro el único que se ocupa de eso y existe una enorme documentación, esos niños estarán en una parecida situación a los que tienen ahora 20 años y a los que la Guerra Civil, en cierto modo, recae en su conocimiento y en sus posibilidades ideológicas -que no son muchas- como las guerras con los visigodos… Para ellos es algo que pertenece a un pasado lejano. Pesará poco en su conciencia, pero de ahí a pensar que es pura fabulación hay gran distancia. Nuestra Guerra Civil está muy documentada, aunque los documentos sean sentenciosos. Ahí está la obra de Secundino Serrano, que es un estudioso que deja poco margen para que los jóvenes piensen que he instrumentado una fabulación.

-Puede resultar fácil desenmascarar a los extraños, pero también habla de su familia sin paliativos. Dice: «Mi padre fue un morfinómano…».

-Me he planteado un reencuentro conmigo mismo y con quienes son causa de que llegase a existir. Me lo he planteado en términos no de crueldad o exhibicionismo, pero tampoco sin paliativos o edulcorantes; y eso en lo que se refiere a mis antecesores, a mí mismo y a aquellas personas de un entorno que se da en una época muy difícil. Aunque no disfruté diciéndolo, si hago unas memorias no es para mentirme a mí mismo, sino para reencontrarme con el pequeño canalla que yo fui. Quiero decir lo bueno y malo del cinturón social que me rodeaba, con los hechos por delante y, desde luego, sin intentar ni ennegrecerlos ni salvarlos de la negritud.

-Escribe que en la guerra, en León el pan era negro; y en Oviedo, aún peor, era amarillo, y le produjo hepatitis…

-Sí, el de Asturias estaba dominado por el maíz y era prácticamente venenoso.

-¿Recuerda cómo sabía?

-Me imagino que si por un milagro de temporalización alguien me trajese aquellos bollos los reconocería como el pan de la guerra.

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Lectura de «Un armario lleno de sombra», por Francisco Daniel Medina (2011)

Haz un click en la imagen…

Por FRANCISCO DANIEL MEDINA
en su blog: La escritura de los pájaros

«(…) En los últimos años han sido muy numerosos los libros que han abordado el período que muchos han calificado como el más oscuro y sórdido de la historia reciente de España. Cito Soldados de Salamina (Javier Cercas, 2001) o Los girasoles ciegos (Alberto Méndez, 2004) por poner dos de los ejemplos más sonados. Para más inri, ambos libros han sido llevados a la gran pantalla con adaptaciones, desde mi punto de vista, más o menos dignas y respetuosas con los libros. El primero fue adaptado por David Trueba y el segundo por José Luis Cuerda. (…) La cuestión es que parece evidente –y natural- el interés que el tema de la Guerra Civil suscita entre los españoles. En ocasiones, me parece casi mentira que las atrocidades que los de uno y otro bando han relatado pasaran hace tan poquísimo tiempo. (…)

(…) Es como si hubiese pasado el tiempo prudente para poder hablar acerca de nuestra cruenta guerra fratricida desde cierta distancia, con la perspectiva y el rigor histórico que aporta el transcurso de los años. Pues bien, después de todo lo comentado, quería decir que yo tenía ganas de leer especialmente un libro escrito por uno de los mejores poetas españoles vivos; me estoy refiriendo a Un armario lleno de sombra, de Antonio Gamoneda. Debo confesar que, al mismo tiempo, algo me alejaba y me acercaba al mencionado título. Por una parte, me resistía a leer algo de Antonio que no fuese poesía (poesía pura y dura), pero, por otra parte, tenía unas ganas irresistibles de conocer la experiencia de la guerra que había vivido el poeta ovetense. (…)»

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«Un armario lleno de sombra», de Antonio Gamoneda, por Eduardo Moga (2009)

Portada de «Un armario lleno de sombra».

Un armario lleno de sombra,
de Antonio Gamoneda

Por EDUARDO MOGA
(Reseña publicada en la revista Letras Libres, el 31 de julio de 2009)

Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) ha cultivado poco la prosa: sólo Libro de los venenos (1995), una enjundiosa y polifónica recreación de un antiguo tratado farmacológico, y El cuerpo de los símbolos (1997), un conjunto de escuetas pero clarividentes reflexiones sobre poetas y pintores. Un armario lleno de sombra es, en rigor, su primer proyecto narrativo, aunque sea ajeno a la ficción, como reconoce el propio Gamoneda, y lo invada, a menudo, el pensamiento poético. Se trata de una autobiografía de la infancia, que comprende desde los primeros recuerdos hasta que cumple catorce años, ese periodo auroral en que se acumulan los acontecimientos raigales y se define la personalidad. Aunque Un armario lleno de sombra es un relato –así lo define su autor en varias ocasiones–, sus conexiones con la poesía de Gamoneda son evidentes. De entrada, contiene sucesos que han inspirado poemas en muchos de sus libros, y sobre todo en Lápidas (1986), cuya tercera sección es una autobiografía lírica. Los barrios, oficios y personajes que recorren este poemario asoman ahora despojados de su sustancia lírica y expuestos con la austeridad informativa de quien contempla y transcribe. En Lápidas dice Gamoneda: “Se iluminan pómulos, lágrimas negras de ferroviarios”; y en Un armario lleno de sombra: “Sobre su rostro, vi lágrimas negras; lágrimas de ferroviarios”. También menudean las remisiones explícitas a lo escrito en sus libros de poesía: al describir a las viejas vendedoras de la plaza del Grano, de León, Gamoneda señala: “Entrada la tarde (así lo digo de ellas en Lápidas), ‘recobraban el fardo inútil para regresar, madres del miércoles, al país desolado de los censos’”; un poco más adelante, identifica a alguien llamado Jorge Pedrero como “el vigilante de la nieve”, es decir, quien da título y sostén a la segunda sección de Libro del frío (1992). Me parece advertir en este constante y deliberado hermanamiento entre su relato y su poesía la voluntad de ejemplificar lo que ha expuesto en El cuerpo de los símbolos a cuenta de la condición de poeta irracional que, perezosa o despectivamente, le han endilgado algunos. Gamoneda sostiene que el presunto hermetismo de sus poemas se corresponde estrictamente con lo real: “La realidad es simbólica y yo soy un poeta realista, porque los símbolos están verdadera y físicamente en mi vida. […] Cuando digo: ‘esta casa estuvo dedicada a la labranza y la muerte’, hay aparición de símbolos, sí, pero sucede, además que esta casa estuvo realmente dedicada a la labranza y la muerte”. Los símbolos en la poesía de Gamoneda son disémicos, tal como los ha definido Carlos Bousoño en Teoría de la expresión poética: “Aquéllos en los que, además del sentido irracional, oculto para la mente [hay] otro sentido, éste lógico: el manifestado, de un modo directo o indirecto, por su literalidad”.

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Fernando del Val entrevista a Gamoneda (2010)

Fernando del Val y Antonio Gamoneda. Fotografía: José María García Domínguez.

[Recuperamos una entrevista con Antonio Gamoneda realizada en noviembre de 2010 por el periodista y escritor vallisoletano Fernando del Val y publicada ese mismo mes, en formato digital, en la desaparecida Enclave Revista:]

Gamoneda: «Un poema puede establecer una comunicación diferente con cada persona»

Por FERNANDO DEL VAL

Antonio Gamoneda publica sus memorias, o un primer volumen de ellas. Se titulan Un armario lleno de sombra y están llenas de referencias a lugares y vivencias transcurridos durante su infancia.

¿Qué importancia tuvo para usted escuchar los trenes desde los balcones[1] del Crucero?

—Los balcones fueron un lugar para el espectáculo. De niño, me aportaron serios datos de la vida exterior y la terrible condición de la guerra y posguerra civiles en España. Al principio quizá yo no fuera muy consciente de la gravedad de aquello. Pero acabé siéndolo.

—Contemplaba el ir de los presos camino del Penal de San Marcos. ¿Comprendía que iban a ser ajusticiados?

—Quizá la primera vez que vi una cuerda de presos[2] no tuve información de su significado. Pero con las sucesivas cuerdas que vi, que fueron bastantes y durante bastante tiempo, sí llegué a darme cuenta de lo que aquello traía consigo. Muy claramente, además. Quizá sin el sufrimiento de saber que un espectador de una torpeza histórica, porque yo nazco a la conciencia con la guerra ya en marcha. Por lo tanto, extraña pero comprensiblemente, la guerra era para mí un elemento natural.

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Sobre ‘Un armario lleno de sombra’, por ERNESTO ESCAPA

Portada de "Un armario lleno de sombra".

Portada de «Un armario lleno de sombra».

UN ARMARIO LLENO DE SOMBRA

El Cervantes Gamoneda reconstruye su memoria de la infancia
en los años más hirientes y oscuros de la posguerra leonesa

Por ERNESTO ESCAPA

Hace más de un cuarto de siglo, el Premio Castilla y León de las Letras situó con acierto a Gamoneda entre el fundacional Delibes y el esencial Claudio Rodríguez. Después de varios libros y premios de renombre, dos décadas más tarde el Cervantes señaló a este autor de obra singular, cuya dicción no se parece a ninguna otra. Sin duda, uno de los grandes poetas del siglo veinte. Quizá por eso, y también por elección, su camino hasta aquí no ha sido fácil, sino todo lo contrario. Al cabo de medio siglo de ejercicio de un elevado oficio poético, cuando sonaron las trompetas del Cervantes su nombre todavía no figuraba en las páginas amarillas de los informativos. Luego los ha frecuentado más por traspiés funerarios con colegas que por el eco de una obra que ha seguido creciendo.

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Gamoneda en italiano

Tres son los libros de Antonio Gamoneda traducidos en los últimos años al italiano. La antología poética Solo luz (traducida por Sara Zanghi), Libro del frío (en traducción de Valerio Nardoni) y Un armario lleno de sombra (traducido por Carlo Ferrucci.

  • Solo luce : antologia poetica 1947-1998
    Antonio Gamoneda ; a cura di Sara Zanghì ; consulenza di Esteban Guerreiro.
    Roma : Empirìa, 2009.
  • Libro del freddo
    Antonio Gamoneda ; a cura di Valerio Nardoni.
    Roma : Città Nuova, 2010.
  • Un armadio pieno d’ombra
    Antonio Gamoneda ; a cura di Carlo Ferrucci.
    Roma : Editori Riuniti university press, 2012.

Un forte senso etico ed estetico contraddistingue la poesia di Antonio Gamoneda, densa di forza evocativa e rappresentativa di figure e di immagini, di simboli e significati. Poesia attraversata da sofferenza e solitudine che vanno oltre l’esperienza soggettiva e rimandano a condizioni collettive e storiche, come molti testi portatori di una valenza di impegno sociale e politico. Un’opera che l’autore ama definire un racconto nel quale la realtà e il simbolo sono inseparabili.