Una niña (desconocemos su nombre) ilustró así el siguiente poema de Antonio Gamoneda:
Nadie en la senda
Hay un anciano ante una senda vacía. Nadie regresa de la
ciudad lejana; sólo el viento sobre las últimas huellas.
Yo soy la senda y el anciano, soy la ciudad y el viento.
(De Libro del frío, 1986-1992, 1998 y 2004)